Indice de preguntas en esta página:

1. ¿Por qué el Espíritu Santo se manifiesta de distintas maneras?
L.M.L.A. - Colombia
2. ¿Por qué es necesario el bautismo del Espíritu Santo para poder recibir los dones? Ada - México
3. ¿Qué significa la palabra hebrea "Hashem"? A. M. - México
4. ¿Hay relación entre países actuales y los de la Biblia? H.G.M. - Chile

5. ¿Qué es blasfemar contra el Espíritu Santo? S. S. - México
6. ¿Por qué Dios escogió a Maria, estando ella comprometida con José?    
A. M. - Nicaragua
7. ¿Por qué hay tantas diferencias entre denominaciones evangélicas?
L. A. - Japón
8. ¿Qué enseña la Biblia acerca de las concubinas? Roy S. - país ??

9. ¿Puede un niño o adulto cristiano ser poseído por demonios?   ¿Qué importancia deber darse en la iglesia a la enseñanza sobre los demonios?
E. P. - Puerto Rico
10. ¿Quiénes son los hijos de Dios en Génesis 6?  ¿Qué dice la Biblia sobre ovnis y dinosauros? M. C. - México
11. ¿Cómo puedo enseñar la Biblia a un niño, siendo yo niño también?
Shan... T. - México
12. ¿Cuál es su opinión del uso del árbol de navidad?  J. N. - México


Pregunta:  

¿Por qué el Espiritu Santo se manifiesta en forma diferente a cada persona?... ya que he escuchado testimonios que aseguran que Dios les habla directamente?  Gracias por su pronta respuesta.
L.M.L.A. - Colombia

 Respuesta:

Esta dama que nos escribe desde Colombia trae a la luz una muy seria preocupación que, seguramente, tienen muchas otras personas también. Tomaremos por sentado que al ella decir "se manifiesta en forma diferente" se está refiriendo a los reclamos de tantos que aseguran, de una manera u otra, que el Espíritu de Dios se les manifiesta física, verbalmente.

 Bajo ninguna circunstancia pretendemos poner en tela de juicio a todos cuantos alegan tales manifestaciones; sin embargo, creemos que es necesario señalar que por muchas razones, entre ellas la ignorancia espiritual de lo que la Biblia de veras enseña tocante a la obra del Espíritu de Dios, son muchos los que atribuyen al Espíritu Santo "manifestaciones" a sus personas cuando en realidad sólo se trata de emociones de la carne, circunstancias providenciales y otras cosas parecidas.

 Nos recuerda esta pregunta las muchas ocasiones en que hemos visto a personas -a veces líderes cristianos- reclamar que "el Espíritu de Dios les reveló tal o cual cosa", para luego tener que "tragarse sus palabras" en un intento por retirar del público que los oyó el último disparate cometido por ellos.  En la era moderna en que vivimos, rodeados por computadoras -medio por el cual usted está leyendo ahora estas líneas- no es extraño oir, de vez en cuando, a algún auto-proclamado profeta precisando la fecha de la venida de Cristo, o de algún gran cataclismo que está por ocurrir, sólo para luego echarle la culpa a un fallo en la "programación de la computadora" el cálculo errado.  ¡Y eso que dijeron que el "Espíritu de Dios se lo reveló... se lo manifestó"!

 Esta es una de las áreas de la religión evangélica en dónde se hacen muchos reclamos de revelaciones dadas a ellos por Dios, cuando en realidad nadie puede comprobar lo que dicen. Así que, los crédulos creen hasta que el engaño se desenmascare, ya que todos confiaban en los reclamos de aquellos que aseguraron que "el Espíritu me habló".  Creo que en nuestra cultura hispana tendemos a ser muy corteses, aceptando lo que nos profesan, evitando así lo que pensamos podría ser una ofensa al poner en tela de juicio los reclamos de algunos.  Pero, basta con este aspecto... vayamos al que de veras cuenta.

Cristo enseñó que habría de enviar a su Espíritu para que éste se encargara de enseñar la palabra de Cristo a los suyos... "él os recordará todas las cosas que yo os he hablado...él os guiará a toda verdad..."(Juan 16:8-15).  Sabemos que cristianos sinceros hablamos de la "dirección del Espíritu", y es necesario estar seguros de lo que significamos con esas palabras.  Cristo enseña que la función primordial de su Espíritu en este mundo tiene que ver con la convicción de pecado en el corazón y la enseñanza al alma de la Palabra de Cristo.

 Pienso que a veces hay cristianos muy sinceros que, por repetir lo que oyen a otros decir, aseguran que el Espíritu les guió, cuando en verdad a lo que se refieren es una "dirección" en su mente y corazón según el obrar del espíritu, o la conciencia.  Consideremos un ejemplo, que aunque en el momento sea hipotético, sabemos que es ilustrativo de un proceso usual, cotidiano en la vida del creyente.  A saber...

 Nos encontramos ante una decisión importante que debemos tomar.  Al examinar las opciones y distintas posibilidades y desenlaces de cada opción, oramos al Señor, pidiendo que él nos guíe.  Es una oración buena, correcta, necesaria.  Habiendo orado, nuestra alma comienza a recordar ciertos preceptos espirituales de la Palabra que se nos habían enseñado en el pasado... digamos, por ejemplo, éste: "andarán dos juntos si no estuvieren en concierto (acuerdo)"(Amós 3:3).

 La encrucijada que tenemos al frente presenta como una de sus opciones de salida el entrar en sociedad, o compañia con pecadores.  El precepto de la Palabra aprendido comienza a resonar en el corazón, y entonces la decisión es fácil: esa no es la salida, pues envolvería una relación muy cercana con impíos, cosa que Dios desapueba.  Y así, una opción tras otra van esclareciéndose a la luz de la Palabra que ilumina nuestro corazón.  Fue el Espíritu que nos enseñó esa Palabra, fue él, en ese sentido, quien nos guió; pero, no fue una manifestación llena de emoción, hablada, vislumbrante, etc.  Fue, más bien, una obra de la Palabra que ya forma parte de nuestro corazón.

 Finalmente, Dios se encarga de obrar providencialmente para que una puerta se abra.  Se hace muy claro que él es quien va por delante -no visiblemente ni con milagros- guiando cada paso.  Cuando, al fin, esa encrucijada haya dado paso a la contestación, y el conocer sin duda alguna la voluntad de Dios, el sabio en la Palabra no se hallará reclamando "el Espíritu se me manifestó y me dijo esto y esto y..."  ¡No!  Dirá, más bien, Dios me guió a través de su Palabra en mi corazón (como dijo el salmista David, "en mi corazón he guardado tus dichos para no pecar en contra de ti" (Salmo 119:11).  Me hizo ver puertas cerradas y también la abierta.

 Por otro lado, podríamos mencionar el hecho de que la obra salvadora del Espíritu de Dios en un pecador es hecha en todos por igual, a saber, él comunica la vida en Cristo y la fe para creer; comunica el convencimiento del pecado -lo que llamamos a veces convicción; todo esto él lo hace por igual, pues Dios no da el Espíritu por medida.  Ahora bien, hay diversidad en las reacciones entre un pecador arrepentido y otro.  Hay quien llora, hay quien se rie de gozo.  Hay quien siente paz de inmediato y otros quienes parecen permanecer bajo ciertas sombras de duda y temor por algún tiempo.  Pero, la diferencia en la reacción del individuo no es indicativo de formas distintas de manifestarse el Espíritu de Dios, sino sólo la evidencia de que los seres humanos, pecadores, somos distintos el uno del otro.

 Recomendamos a la dama que nos escribe, y a todos cuantos leen estas palabras, a leer con mucho cuidado los capítulos 14 al 16 del evangelio de Juan.  Allí leerán lo que Cristo dijo sería la obra de su Espíritu una vez viniese -y claro está... él vino en el día de pentecostés, y dicha obra prometida es, desde ese entonces, la realidad actual.

 En cuanto al reclamo de algunos que aseguran que Dios les habla directamente, diríamos lo siguiente.  Hebreos 1:1-2 nos dice que "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos días nos ha hablado en el Hijo, a quien designó heredero de todo..."  Cuando Moisés y Elías se aparecieron con Cristo en el monte de la transfiguración, Dios Padre habló desde el cielo y dijo: "Este es mi Hijo amado, a él oid".  El énfasis en la Biblia sobre cómo Dios habla a los hombres es éste: que él ha hablado a través del Hijo.  El Hijo, Jesucristo, nos enseña que él nos habla a través de su Espíritu, y el testimonio uniforme de las Escrituras es en el sentido de que las Escrituras son ese hablar de Dios al hombre.

 Reclamar que Dios habla directo a una persona es insinuar que Dios no se limita a hablarnos a través de su Palabra.  Y en ese sentido, tal reclamo está encontrado con la enseñanza de la Palabra de Dios.  Sé que a todos no se les puede juzgar por unos pocos, pero, a la verdad que jamás me he dado con un caso de tal reclamo de "revelación de Dios directamente a la persona" que luego no pruebe ser un total engaño.  He oído a personas aquí en Puerto Rico reclamar que Dios les habló y les dijo que "Puerto Rico estaba perdido en pecado, y que necesitaba que se les llevara el evangelio de Cristo".  Quienes oían al tal pronunciar dicho reclamo comenzaron a gritar, "Aleluya, gloria a Dios", como si hubiera sido Dios quien habló.

 No hay más que leer la Palabra para ver que hace largos años atrás Dios mandó a que predicásemos el evangelio a toda criatura.  Este reclamo mencionado sólo sirvió para engañar a unos pocos, a la vez que seguramente elevó el ego de quien habló.  Pero, luego todo vuelve a lo normal, el ego se desinfla, el pecado se manifiesta y la gente vuelve a ver que el tal es sólo un pecador como ellos.  Quien me diga que Dios le habló directamente me está avisando con sus palabras su propio engaño.  Y no importa a cuantos falsos profetas prestemos atención aquí, al final de los tiempos todos daremos cuenta a Dios de lo que hemos hecho con su Palabra, y con su Hijo Jesucristo, sea bueno o malo.

 Una última palabra sobre esto, y es que de ocurrir, de veras, que Dios se le manifieste a un hijo suyo para darle algún aviso importante sobre algún peligro, digamos, futuro, creo que sería como el que de verdad ayuna ante Dios.  Sólo Dios se entera... nadie más.  Me cansa oir a gente jactarse de su tan "dedicado y consagrado tiempo de ayuno", cuando la Biblia dice de manera específica que cuando se entra en la recámara para ayunar se debe evitar, a como dé lugar, que los hombres se enteren (vea Mateo 6:6).  Eso es entre el individuo y Dios.  Igual con el reclamo de que Dios le habló a un individuo.  Cuando lo anuncia, lo que hace es revelar la falsedad de su reclamo.

 Concluiré señalando que son muchos los que reclamarán que Dios, o el Espíritu se les manifiesta, les habla. Tarde o temprano, la falsedad o la legitimidad de sus reclamos se conocerá.  Los sabios en Dios verán el engaño desde el principio, porque conocen los principios bíblicos que atañen a la situación.  Los indoctos creen todo lo que les presentan como "bueno", hasta que la mentira y el engaño sea demasiado evidente.  Hace poco, aquí en Puerto Rico se creó mucho pánico e histeria cuando un predicador reclamó que Dios le había revelado que habría un gran terremoto para tal fecha específica.  Al acercarse el tan temido día, en entrevista televisada le escuché abrir una "puerta de escape" cuando dijo que "las niñas que recibieron la revelación"... etc., etc.  Ahí mismo le dije a mi esposa: "mira, ahí está el escape para el día después... las niñas..."  Y así fue.

 Todo se quedó en silencio.  ¡El terremoto no vino... nada pasó! Aparentemente Dios se equivocó, ¿verdad?  ¡Claro que no!  Todo lo que Dios hace y hará obedece a su perfecto plan.  ¿Fue que las niñas se equivocaron, o que el ministro que le dio validez a todo este reclamo, como si "Dios hubiese hablado", se equivocó en su manera de entender lo que "Dios les había revelado"?  Me temo que no.  Es claro que Dios no les habló, pues, Dios no se equivoca.  Desde aquel día en que "nada pasó", no se ha oído decir más sobre el particuar.  Tampoco es cosa de señalar -cuando algún día ocurra de veras un terremoto... si es que así Dios quisiere- "ahí está el terremoto".  ¡No!  El asunto es que Dios había "revelado", supuestamente, aquel día específico como el día del gran cataclismo puertorriqueño, y lo que "no ocurrió" ese día debió decirle a muchos que quienes reclamaron haber recibido "revelación" de Dios en verdad no la recibieron.  ¡Ya!

¿Por qué hicieron ésto, no lo sé?  Dios tenga misericordia de ellos.  Pero, una cosa si sé, y es que los pecadores en nuestra Isla no dejaron escapar este disparate.  Chistes iban y venían sobre el particular.  ¡Cuán triste!  ¡Cuán terrible!  ¡Qué vergüenza!  Sólo puedo decir que esto nunca fue de Dios, no vino de su mente.  Es que los hombres estamos tan lejos del conocimiento y entendimiento de la Palabra -parte de la culpa radica en las mismas iglesias que poco o nada enseñan de las Escrituras; mientras, se ocupan en dar rienda suelta a sus místicas experiencias emocionales de la carne- que ya no tenemos discernimiento, el cual se basa, en gran medida, en la Palabra de Dios que mora en nuestros corazones por el Espíritu.

 Y, tampoco es asunto de que Dios no vaya a seguir trayendo terremotos, huracanes, plagas, tragedias en lo que queda del tiempo antes de la venida de Cristo.  Claro que no.  Todos esos eventos son y serán parte de un mundo que gime bajo la opresión del pecado que nos agobia.  Es asunto de que Dios no anda dándole avisos a unos pocos de las fechas en que él hará tal o cual cosa.  El obra conforme a su propio plan, conocido de él y nadie más.  El habla a los hombres de cosas espirituales y lo hace en su Palabra a través de su Hijo.  Todo reclamo al contrario siempre quedará expuesto por lo que es, a saber, mentira y engaño... y no importa de quien sea la mentira, sigue siendo mentira, sea del que habla o del maligno que puso la mentira en su corazón y boca.

 Cuando oiga a un predicador decir: "Vengan, oigamos lo que Dios nos ha hablado", y ve que les lleva a la Palabra de Dios para leer allí la Palabra viva del Señor, al menos ahí puede saber que se está yendo por el camino correcto.  Si predica fielmente lo escrito allí es otra cosa, pero por lo menos no está diciendo, "vengan y oigan lo que Dios me dijo anoche en visión, o lo que el Espíritu me reveló la semana pasada mientras pescaba", etc., etc.

 Esperamos haber podido arrojar aunque sea una poquita luz sobre la pregunta de nuestra amiga colombiana, y la que tal vez otros de nuestros amigos también han tenido.  Busquemos celosamente la cercanía a Dios en lo íntimo de nuestras almas. Cultivemos cercana comunión con él y con su Palabra.  Mientras más de su Palabra se encuentre guardada en nuestro corazón, menos pecaremos contra él.  Menos seremos engañados por los que se nos acercan bajo mantos de religiosidad hablando como si ellos fuesen el más reciente "confidente" de Dios.  Más firmes estaremos sobre nuestra Roca y Fortaleza, Dios eterno.  

¡
A Dios sea toda la gloria!



Pregunta:  ¿Por qué es necesario tener primero el bautismo del Espíritu o hablar en lenguas para poder recibir algún don de los que se mencionan en 1 Corintios 12?  ¿Acaso no se reciben los dones en el momento de la conversión?  Gracias por su comprensión, ayuda y respuesta pronta.   Ada   -    México
 

Respuesta:  Esta dama revela, a través de su pregunta, una seria preocupación ante lo que a todas luces es una enseñanza impuesta sobre cristianos sencillos y humildes que no han sido instruidos correctamente en la Palabra de Dios en aquellas áreas de doctrina sugeridas por esta pregunta... doctrinas tales como  1. el Espíritu Santo... el bautismo del Espíritu; 2. las lenguas, y 3. los dones del Espíritu.
Consideremos, pues, aunque sea de manera breve, algunas verdades relacionadas a éstas tres.
Primero, la Biblia enseña que la conversión es obra exclusiva del Espíritu de Dios.  Es cierto que el pecador tiene que creer, confiar en Cristo [Hechos 16:31].  Igualmente cierto es que la fe que ejerce el pecador en la conversión es un regalo, un don de Dios [Efesios 2:8].  Sin embargo, a fin de cuentas es el Espíritu de Dios quien realiza la obra de vivificación del pecador, del muerto espiritual.
En su carta a los efesios, el apóstol Pablo les dijo: "... y habiendo creído, fuisteis sellados también en él con el Espíritu Santo de la promesa" [Efesios 1:13].  Cuando Cristo se reunió con sus discípulos aquella última noche, ocasión que dio inicio a lo que hoy conocemos como la "cena del Señor", él les prometió que enviaría a su Espíritu [Juan 14:16-18; 16:7-11].  Cuando la Biblia nos habla, pues, de "la promesa del Espíritu", no se refiere a alguna experiencia espiritual especial, adicional a la conversión que el cristiano debe procurar.  ¡No!  Es algo tan sencillo; sólo trata del hecho de que Cristo prometió enviar a su Espíritu.  Así que, ya que fue prometido, Pablo le identifica como el "Espíritu de la promesa", a saber: la promesa hecha por Cristo.
Resumiendo este punto, el Espíritu fue enviado;  Cristo cumplió así su promesa... vino en aquel día glorioso de pentecostés, cincuenta [50] días después de haber muerto Cristo.  De ahí en adelante, el Espíritu ha estado presente en su iglesia.  Además, es él quien regenera al pecador; es él quien le trae la fe.  Así, desde el momento de venir el Espiritu de Dios a una vida por la voluntad de Dios Padre, ese nuevo convertido tiene el Espíritu plenamente... es beneficiario de la gloriosa realidad de que el Espíritu de Dios, ya hace mucho tiempo, vino conforme a la "promesa" de Cristo.
Consideremos el término "bautismo" del Espíritu, teniendo como referencia a Hechos 1:5, que dice: "... Juan bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días".  Y así ocurrió.  En poco más de una semana el Espíritu vino en gran poder y con gran visibilidad en el día de pentecostés... los bautizó.  ¿Qué significa, pues, este término?
El término "bautizar" se define en los diccionarios bíblicos como la acción de un objeto [o persona] llegar a estar cubierto totalmente, a saber, sumergido en un medio ambiente, algo ajeno, fuera de él o ella.  Nosotros, todos, siempre estamos bautizados por el aire.  Estar sumergido en el agua es estar bautizado [sólo en el sentido físico, no espiritual] en dicha agua. De hecho, el significado comunicado por el acto de bautismo -en el cual un nuevo creyente en Cristo es sumergido en las aguas bautismales- aparte de la obediencia al mandato de Cristo al efecto, es un simbolismo que demuestra la manera en que al creer, se ha venido a estar sumergido totalmente en el Señor, en su Espíritu, en su obra salvadora.
Cuando el Espíritu vino aquel día de pentecostés, cubrió y llenó a los creyentes allí presentes, y los dotó de un poder espiritual que sólo podía venir de Dios.  Es decir, fueron bautizados... fueron cubiertos como nunca antes había acontecido.  De ese momento en adelante, al venir el Espíritu en la obra de regeneración [salvación] ya descrita arriba, él bautiza, cubre, sumerge a ese nuevo creyente en Cristo mediante su presencia permanente y posesión completa de su persona.
Que la vida de ese creyente crezca en espíritu, en santificación... ya ese es otro tema, otra consideración de suma importancia para cada uno que ha creído en Cristo.  Pero, en lo que a la "promesa" del Espíritu de Dios se refiere, afirmamos que la Biblia nos enseña tal y como describen las líneas ya escritas. Todo pecador que viene a Cristo traído por el Padre [Juan 6:37] goza, desde ese momento inicial de fe salvadora, la plena presencia o bautismo del Espíritu de Dios: el "Espíritu de la Promesa".  Está cubierto[a] por el Espíritu, sumergido[a] en él.
Segundo, en lo que a "lenguas" se refiere, no hay duda de que en el día de pentecostés ocurrieron "lenguas" de manera milagrosa.  Sin embargo, debemos tener mucho cuidado de que definamos "lenguas" de acuerdo a lo que la Biblia enseña.  Del idioma original llegó el término "glossa", que hoy conocemos como parte de la palabra "glosario", y otras similares.  Trata, primordialmente, de idiomas humanos... es decir, lenguas humanas.  ¡Ni más, ni menos!
Si lee -sin prejuicios- la narración sobre pentecostés -en Hechos 2- verá que los visitantes a Jerusalem exclamaban, asombrados, que "oían hablar a esos hombres [discípulos] en la 'lengua', a saber, idioma en que ellos habían nacido".  ¡Lo que ocurrió fue milagroso!  ¡No lo dude ni por un solo segundo! Hombres comunes ahora hablaban de tal manera que los oyentes les entendían en italiano, parto, elamita, egipcio, tal vez español [¡quien sabe!] y tantos más.  Introducir a ese pasaje algún tipo de lengua que no sea un "idioma" es violentar lo escrito, es introducir lo que no está allí.  ¡De hecho, no es otra cosa que "añadir a la Escritura"!  ¡Y eso es algo muy, pero muy serio!
En varias otras ocasiones ocurrió algo similar con las lenguas, o idiomas, narradas éstas también en el libro de los Hechos.  Debemos referirnos, sin embargo, a un texto que tan a menudo es usado con el fin de probar que Dios da a los hombres la habilidad de poder hablar en lenguas, o idiomas angélicales, seán éstas cuales fueren.  Nos referimos a 1 Corintios 13:1, que dice: "Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena o címbalo que retiñe."
Por favor, note que Pablo sólo dijo "SI YO HABLARA lenguas... angélicas".  Al buen entendedor, con pocas palabras basta [decimos en Puerto Rico].  Lo que él les decía era [y es]: "Yo NO hablo lenguas angélicas y humanas... sólo humanas.  Pero, si hablara tales lenguas que no son de este mundo, ¿de qué valdría si mi vida no manifiesta el amor de Dios?"
Además, en las instrucciones [correcciones] que él escribió a esa misma iglesia en Corinto -iglesia con muchos problemas de indisciplina espiritual- les requirió que, de alguien hablar en lengua [entiéndase, idioma] extraña para los allí presentes, que fuese CON INTERPRETE para que la iglesia entienda, o, QUE GUARDE SILENCIO.  ¡Cuán poco se obedecen estas palabras de amonestación y disciplina -1 Corintios 14- cristiana hoy en día! "En el mundo hay tantes clases de lenguas [idiomas] y ninguna de ellas carece de significado" [1 Cor. 14:10].  Y quien no conoce tal o cual lengua extranjera, sólo mediante intérprete podrá entender su significado y recibir su beneficio espiritual.
Por tanto, el cristiano puede estar tranquilo si sólo habla un idioma, sea español o cual sea.  Dios no requiere que hablemos más de una lengua, aunque algunos hemos sido bendecidos por él y hablamos más de un idioma.  Si nos visita un pastor que sólo habla en inglés, por ejemplo, y estamos en una iglesia dónde el idioma principal es el español, o quien escribe estas líneas traduce, o traduce otro.  ¿Por qué?  Porque la Biblia dice que si se habla en "lengua" [idioma] extraña, que se use un traductor. ¿Para qué?  Para que la iglesia entienda.  Es así de sencillo. Sin embargo, ¡cuánto error se ha difundido tocante a este tema!  Es tiempo de que volvamos humildemente a las Escrituras para someternos a ellas en TODO lo que nos enseñan, requieren, y/o prohiben.
Finalmente, consideremos el asunto de los dones.  La dama que suscribe la pregunta que aquí nos ocupa tiene toda la razón al pensar que los dones que el Espíritu de Dios da a los suyos se poseen desde la conversión.  Dios da diversos dones para el bien de su iglesia, para el "provecho y bien común de los cristianos"
[1 Corintios 12:7].  Si bien es cierto que el pasar de los días, meses y años deberá traer un proceso visible, manifiesto de crecimiento en madurez espiritual, más discernimiento, etcétera, no es menos cierto que cualquier don espiritual que Dios haya dado a los suyos y para el bien de la iglesia está presente, aunque sea en forma de semilla, en esa vida.  Diremos más: esos dones generalmente están presentes en dicha vida aun antes de la conversión.
Ejemplo de esto sería un talentoso músico quien usa su talento para todo menos para Dios.  Seguramente algún creyente que lee estas líneas habrá pensado dentro de sí, mientras observaba a un músico talentoso usar su música para el mundo:  "Ay, si usara ese talento para Dios... ¡que maravilloso sería!"... etc. y etc.  ¿Verdad que sí?   El día que Dios regenere a ese músico, haciéndole su hijo, o hija, su música se usará de ahí en adelante únicamente para la gloria de Dios... para el bien de las almas, de la iglesia.  Ese cambio será testimonio innegable de la transformación espiritual obrada por el Espíritu.  De hecho, uno de los grandes problemas del pecador es que no da ni puede dar a Dios la gloria por esos dones que él le ha dado.  El cristiano, por el contrario, se goza en poderlo así hacer.
Un vistazo a vuelo de pájaro nos muestra que en 1 Corintios 12 se menciona la siguiente variedad de dones [12:4], a saber: "palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, sanidades, el efectuar milagros, profecía [significa predicación y/o amonestación], lenguas [es decir, idiomas], interpretación de lenguas".
Consideremos, por ejemplo, la fe.  No es que algunos creyentes no tengan fe.  Eso sería imposible, pues es por medio de la fe, dada por Dios, que el pecador puede creer.  Sin embargo, hay creyentes más maduros o "crecidos" en su fe.  Son éstos los que dan apoyo y ánimo al creyente que está decaído en su fe.  No es que su fe sea mejor que la de otro.  Dios da a todos por igual.  Todo verdadero creyente en Cristo ha sido "bautizado por el mismo Espíritu en un solo cuerpo" [12:13], pero, también es cierto que siempre habrá los débiles y los "flacos", y, sólo los más fuertes les pueden dar la mano espiritual [hablando aquí sólo del aspecto humano... de los hermanos].
Lo mismo sucede si consideramos "palabra de conocimiento, o de sabiduría".  Hay creyentes a quienes Dios capacita para entender más claramente su Palabra.  En tantas ocasiones a éstos los llama para que sean maestros, pastores de la grey. Sin embargo, a veces el miembro de una iglesia local [sea dama o varón] que más sabiduría tiene no es necesariamente quien más conocimiento tiene.  He conocido creyentes así... muchas veces se trata de una persona de edad mayor.  Tiene mucha sabiduría de Dios; medita mucho lo que oye; es pronto para escuchar y tardío para responder.  Pastores jóvenes que aman al Señor y su Palabra deben orar mucho que Dios les conceda creyentes mayores con mucha sabiduría; son de gran ayuda a una iglesia. Pueden ser un don muy especial.
Pudiéramos hablar de tantos otros dones no descritos especificamente en este pasaje bíblico.  Basicamente todos funcionan de la misma manera... Dios los da; también es él quien los hace crecer. Según el cuerpo humano tiene muchas distintas partes, cada una con su función específica, así la iglesia de Dios funciona como debe cuando todos sus miembros usan sus dones en su lugar y en obediencia a los mandatos del Señor.  Es interesante que en el listado de 1 Corintios 12 se mencionan "lenguas" e "interpretación de lenguas".  No todo miembro en una iglesia local puede servir de intérprete cuando un extranjero está de visita.  Pero, quien tiene dicho don lo ha de utilizar de acuerdo a la necesidad.
Resumiendo, pues, afirmamos que de acuerdo a la Biblia, el Espíritu de Dios mora en el creyente desde el momento en que él mismo trae la salvación, la obra regeneradora... momento en que él coloca, bautiza, o sumerge al creyente en la persona de Cristo.  Desde ese momento, todo don Dios dado será utilizado de tal manera que beneficie a la iglesia del Señor.  Y si entre los dones está el del uso de múltiples lenguas o idiomas con el fin de dar testimonio del evangelio de la gracia entre muchas más personas, será éste un don más que traerá gloria a nuestro eterno Dios al usarse en la obra de dar a conocer a Cristo en toda tribu y lengua de la tierra.
Dios nos ayude a comprender estas grandes verdades y a vivir obedientes ante él.  Andar a ciegas en estas cosas sólo hará que tropecemos en el error.


Pregunta:  En mi país, México, actualmente se utilizan cantos de origen hebreo,  y se menciona la palabra HASHEM, por lo que pido si conocen el significado en hebreo de esta palabra.  Gracias.       A. M.  de México
Respuesta:
 S
iendo nosotros puertorriqueños que no conocemos el hebreo, recurrimos a un amigo israelí y siervo de Dios, Baruch Maoz -que labora como misionero y pastor en Israel- para conocer la definición precisa de la palabra "Hashem".
Nos indica que esta palabra significa "el nombre" y es usada por los judíos tradicionales que creen que pronunciar con sus labios el nombre Dios, Señor, Cristo... constituye un uso "en vano" del nombre de Dios y, por ende, una violación al mandamiento.  Esto nos recuerda la costumbre de los judíos de los tiempos bíblicos que, de manera similar, modificaban el nombre "Jehová" para que no tuviera lo que llamamos vocales, creyendo así evitar el uso vano del nombre de Dios.  En eso erraron grandemente.
Abundan los pasajes en ambos Testamentos que nos confirman que a Dios le agrada que su nombre esté sobre nuestros labios en alabanza a él y en la proclamación de su evangelio.
Salmo 68:4 dice: "Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre".
Salmo 105:1 dice: "Alabad a Jehová, invocad su nombre."
Filipenses 2:9-11 dice: "Por lo cual Dios también le exaltó (Jesús) hasta lo sumo, y le otorgó el nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Sirvan estos tres textos (de los cientos que hay en la Biblia) para confirmar que Dios quiere que su nombre, cualesquiera de sus formas sea, esté no sólo en nuestro corazón sino en nuestros labios.  En verdadera generosidad de espíritu pensamos que el uso de este término ocurre por el desconocimiento de su verdadero significado.  Entendemos que los cánticos a que usted se refiere se entonan con el propósito de honrar y glorificar a Dios por lo que, de estar apercibidos, quienes los cantan no usarían a sabiendas un término que sólo sirve como sustituto del glorioso nombre de Dios y su Hijo Cristo, nombre que debería hallarse a menudo en nuestra boca.
¡
Quiera Dios que al ser leídas estas palabras, haya creyentes que busquen sustituir, en el lugar apropiado, uno de los muchos nombres de nuestro glorioso Señor y Dios! Pues no es un nombre sustituto el que debería estar en nuestros labios sino el mismo y verdadero nombre de Dios.  ¡A él sea la gloria!




Pregunta:  Me gustaría que Uds. me dieran las referencias respecto a las actuales naciones y países que componen nuestro planeta y su equivalente con los nombres bíblicos que principalmente aparecen en el AT. Por ejemplo: Fut: Libia; Magog: Rusia     H. G. M.  de Chile

Respuesta:   Esta pregunta pone de relieve un hecho muy interesante, tal vez desconocido por muchos, en el sentido de que muchos nombres de ciudades, territorios, países y aun gentes y naciones que existieron en los tiempos de la historia en que se desarrollan los eventos narrados en el Antiguo Testamento aún conservan sus mismos nombres, aunque existan variantes y los nombres no necesariamente identifiquen hoy exactamente la misma extensión territorial.  
Debemos señalar que el que tengan o no los mismos nombres o que tengan o no alguna relación similar a como eran en el pasado en nada se relaciona literalmente con señalamientos proféticos que atañen a la venida del Señor Jesucristo.  Cuando nombres de aquellos tiempos se utilizan, por ejemplo, en relación a grandes pruebas que la iglesia sufre, tal como se indica en Apocalípsis al hacer referencia a Armagedón (Megido), etc., su uso tiene la función de describir con figuras gráficas la realidad de tales tribulaciones tal como dichos nombres se identifican con grandes momentos de prueba en la pasada historia del pueblo de Dios.
Además, la venida de Jesucristo es para recoger a su pueblo de entre todas las naciones del mundo -es decir: del mundo- a la vez que venga para traer el castigo a los que no creyeron -éstos también de todo el mundo. El ser llevado para estar para siempre con el Señor, o el ser objeto del castigo eterno de Dios en nada tiene que ver con la localidad nacional del ser humano, sino con con su relación a Dios omnipotente.
Volviendo, pues, a los nombres mencionados, Fut y Magog, éstos eran, en efecto, nombres relacionados a regiones cercanos a las tierras donde se desarrollaron los eventos históricos narrados en el A. T.  Demás está señalar que tal como los países tienen sus nombres hoy, así también los pueblos del pasado los tuvieron.  A veces no duran mucho.  Ejemplo de la poca duración de naciones se ha visto claramente en el continente Africano.  Por otro lado, aún hoy hablamos de la nación de España, del mismo nombre que cuando el apóstol Pablo la mencionó en su carta a los Romanos en el capítulo 15.
¿Y qué diremos de Grecia, Egipto, Italia, Macedonia, Chipre, Atenas, Gaza, Roma, Jerusalén y tantos y tantos más?  Son éstos evidencia fehaciente de que la historia de la humanidad es una que viene corriendo sin cesar desde que Dios obró con sus manos la creación de todas las cosas; algunos lugares, como los ya mencionados -y muchos más- conservando a través de tantos siglos su identidad nacional y cultural.  Llegará el día, sin embargo, cuando Egipto ya no será Egipto, ni Atenas será Atenas, ni Gaza será Gaza.
El Señor vendrá con voz de arcángel y con trompeta de Dios a levantar a su iglesia y a traer juicio a los que no creyeron. Vendrá esa hora cuando TODOS los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán, los unos a resurrección de vida y los otros a resurrección de condenación.  Transcurrido ya el juicio, los santos morarán por la eternidad con el Señor en un lugar que llamamos cielo, sea éste en la tierra renovada o no... lo importante es que los santos estaremos para siempre con el Señor.  
La historia de las naciones y los pueblos de la tierra ya no será, pues el presente eterno será la estadía gloriosa con el Señor de todos los suyos a la vez que los que no creyeron en Cristo pasarán también la eternidad en el lugar del castigo, creado por Dios para Satán y sus ángeles, y todos los que no fueron hallados en el libro de la vida, libro en el que sólo aparecen todos los redimidos por la sangre del Cordero de Dios, Jesucristo.
* Nota de la redacción: A los que gustan estudiar la historia, tanto la del pueblo de Dios como la natural (ambas están entrelazadas, pues su historia es la misma) recomendamos altamente una obra intitulada en inglés (que sepamos, no hay versión en español) "Wall Chart of World History" (Tabla de Historia Mundial). Encuadernada en carpeta dura de 12" x 24", es una reproducción actualizada de una obra del siglo pasado que presenta, en una sola pieza de papel grueso, duro -de 15 pies de largo cuando se despliega en su totalidad- mediante el uso de gráficas, tablas, y un "río del tiempo" subdividido en segmentos de apenas 10 años cada uno, toda la historia de importancia desde la Creación hasta Cristo, y desde ahí hasta el presente. La edición que poseemos lleva la historia de los EE. UU. hasta el Presidente George Bush.  Es una mina de oro de información histórica, bíblica.  Aún se nos dificulta comprender cómo el autor pudo comprimir tanta información histórica en una pieza de tan solo 24 pulgadas por 15 pies de largo.  Si nos escribe, con gusto le informamos el nombre de la distribuidora, de existir aún copias a la venta.




Pregunta:  ¿Qué es blasfemar contra el Espíritu Santo?     S. S. - México, D.F.
Respuesta:  P
ara conocer el significado de lo que es "blasfemar contra el Espíritu de Dios",  pasemos a la historia narrada en Mateo capítulo 12.  Comenzando en el verso 22, vemos cómo un ciego y mudo endemoniado es traído a Cristo con la esperanza de que sea sanado de su mal.  Lo esperado ocurrió: el Señor Jesucristo sanó al hombre; ahora veía y podía oir.  Muchos, atónitos, aclamaban a Jesús como el "Hijo de David", mas, los fariseos que observaron este milagro sólo alcanzaron a decir que Jesús sanaba por el poder de Beelzebub, el príncipe de los demonios, a saber: el mismo Satán.
De ahí que Jesús inició una conversación acerca de un reino dividido contra sí, o una ciudad o una casa divida contra sí misma.  Ante la acusación de que estaba echando demonios por el poder de Satán, él respondió que los echaba por el poder del Espíritu Santo, afirmando que ello era prueba de que el reino de Dios ya había llegado hasta ellos.
Entonces fue cuando él les dijo: "Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu (Santo) no les será perdonado" (v. 31, 32).  No es difícil ver que estas palabras hacían referencia directa a lo que los fariseos acababan de hacer, a saber: atribuir al poder de Satán lo que sólo hace el poder del Espíritu de Dios.  Es claro, pues, que esta ofensa tan terrible contra el Espíritu nada tiene que ver con palabras rebeldes pronunciadas en un momento de ira, o cualquier otra clase de actitud negativa que no sea atribuir al poder de Satán lo que sólo es obra propia del poder de Dios.
Tal vez surja la pregunta: "¿Y cómo es que otros pecados pueden ser perdonados y éste no?"  Sin querer simplificar de manera exagerada la respuesta, entendemos que cualquier pecado, por serio que sea, cuando trae dolor al corazón de un genuino penitente -dando así lugar al arrepentimiento- alcanzará el perdón de Dios.  Aquí, sin embargo, se contempla una actitud de rebeldía a Dios: atribuyendo al Diablo lo que es obra del Espíritu; y, mientras esa clase de actitud perdure en un corazón, no hay perdón a la vista, pues se está en rebeldía contra el único que puede perdonar.
En conclusión, queremos advertir del peligro que hay en negar que sólo Dios sea el dispensador de gracia salvadora.  Esto sólo conduce a que los hombres insistan en que el hombre contribuye a su salvación y por ende, a la negación, por disimulada que sea, de que es sólo Dios quien lleva a cabo la obra regeneradora de un corazón hasta ese momento muerto en sus delitos y pecados.
Y, aunque no se atribuya directamente a Satán la obra de la salvación del alma, creemos que se acerca peligrosamente a tal tipo de actitud quien pretenda atribuir a la voluntad del hombre cualquier parte de la obra salvadora, por pequeña que sea.  Una vez un corazón niega la soberana obra de Dios en la salvación, no falta mucho para caer en la negación plena del soberano poder de Dios y de comenzar, así, a atribuir al señor de las tinieblas lo que sólo Dios hace.
Asegurémonos de dar a Dios su lugar en toda obra de su mano; así él siempre recibirá todo el honor y la gloria que le pertenece.


Pregunta:  ¿Si Dios estableció el matrimonio, por qué escogió a Maria, estando ella comprometida con José para casarse?     A. M. - Nicaragua
Respuesta:  N
o estando seguros de cuál sea la duda principal de quien remite esta pregunta, asumiremos que tenga que ver con la premisa asumida de que al escoger a María como el vaso a través del cual traería a su Hijo, Jesucristo, de alguna manera Dios la privó a ella y a José del pleno disfrute de su matrimonio; o, que debió haber escogido a una mujer que había de permanecer soltera.
En primer lugar, afirmamos que Dios todo lo hace bien. Si nos informa o no tocante a sus motivos, sus razones de actuar, podemos descansar seguros en que el testimonio bíblico será siempre la verdad, pudiendo nosotros siempre confiar en él. Cuando enseñanzas tradicionales chocan con el testimonio de la Palabra de Dios, descartamos lo primero para descansar en la Palabra revelada, la Santa Biblia.  Aunque la Biblia no habla mucho sobre los detalles implicados en esta pregunta, sí nos da suficiente información para que en nada estemos confundidos al respecto. Veamos, brevemente.
El profeta Isaías anunció: "el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel" (Isaías 7:14). Observe que el anuncio profético NO ES: "una soltera parirá", sino "una virgen parirá".  En el evangelio según Mateo, el 1:18 nos describe el nacimiento anunciado así:  "Estando su madre María desposada con José, antes de que viviesen juntos (entiéndase la consumación íntima matrimonial) se halló que estaba en cinta por obra del Espíritu Santo.  Había ocurrido un milagro de parte de Dios. Todos estaban asombrados... ¡y con mucha razón!
Ante el hecho de que el compromiso con María era virtualmente tal comprometedor como la consumación misma del matrimonio, José quiso dejar a su esposa prometida secretamente.  Se acobardó... su fe le faltó.  Mas, el ángel del Señor se le apareció y le consoló, diciendo:  "No temas recibir a María por mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.  Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:20,21).
Los versos 24 y 25 de Mateo 1 continúan informando que "José recibió en su hogar a María como su esposa.  Pero, no la conoció sino hasta que dio a luz a su hijo primogénito y le puso por nombre Jesús".  ¡Que precioso testimonio de Dios a todos nosotros!  Nos informa que José aceptó, confiado, el mensaje del ángel.  Sin temor alguno, recibe ahora a María como su esposa.  El sabe que la criatura que está en el vientre de su esposa es obra del Espíritu de Dios... no es fruto del pecado, cosa que daría gran vergüenza a todos.  Nadie en su derredor sabía estos detalles, ¡pero ellos sí los sabían!  Y nos dice más, que José no la "conoció" sino hasta después de ella haber parido al niño. ¿Querrá decir esta frase que él no sabía quién era ella?
¡Cuántas veces no leemos en la Biblia que "tal o cual varón conoció a su mujer y ella concibió..."!  Es terminología delicada para describir la unión íntima matrimonial.  Él no la "conoció" antes de ella haber parido, pero luego sí... como cualquier marido y esposa normal.  Nos dice más: que la llegó a conocer después de ella haber parido "a su primogénito".  Contrario a "unigénito hijo", -lo que es Jesucristo de su Padre celestial- él es el "primogénito" -o primero- de María.  "Unigénito" describe el hecho de que un sólo hijo ha sido procreado; "primogénito" describe al primero de varios hijos, como mínimo dos.
La Palabra nos menciona a los hermanos de Jesús... hermanos carnales.  El evangelio de Marcos habla de estos hermanos en el 3:31,32 cuando llegaron al lugar donde él estaba, siendo él avisado de la llegada de su madre y sus hermanos.  Debido a que Jesús usó dicha ocasión para espiritualizar la existencia de "madres, hermanos" suyos quienes son tal porque hacen la voluntad de Dios, hay quienes intentan negar la realidad de los hermanos en dicho pasaje basados en esta espiritualización.  El problema serio con tal argumento descansa en que, de eliminar a los hermanos físicos por medio de dicha espiritualización, ¡se elimina también la existencia de la madre!... y creemos que quienes quisieran hacer lo primero realmente no quieren hacer lo último.  O hay tanto "madre como hermanos" o no hay ninguno de los dos.  Escogemos creer el testimonio bíbico al respecto.
Otros textos bíblicos que corroboran la existencia de los hermano(s)s de Jesús son éstos: Marcos 6:3 - "¿No es éste el carpintero, el hjo de María y hermano de Jacobo, José, Judas, y Simón?  ¿Y no están sus hermanas aquí con nosotros?"  De manera similar, Mateo 13:55-56 dice:  "¿No es éste el hijo del carpintero?  ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?  Y sus hermanas, ¿no viven todas entre nosotros?"  Juan 2:12 dice: "Después de esto decendieron a Capernaúm, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos..." Juan 7:3 dice: "Le dijeron, pues, sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces".
Finalmente, en Hechos 1:14 leemos:  "Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos".  Es digno notar aquí que ésta es la última mención de María en el libro de Hechos, el libro de la historia del desarrollo de la iglesia de Cristo.
En resumidas cuentas, queda claro que María era la virgen que Dios se había propuesto bendecir con tan grande privilegio de que ella fuese el vaso (el cuerpo) a través del cual vendría al mundo el Señor y Salvador, Jesucristo.  Dios lo trajo a un hogar normal, balanceado, donde luego de su concepción por el Espíritu de Dios en una virgen y su nacimiento virginal tiene alrrededor suyo a una madre, el esposo de ésta y padre de sus hermanos y hermanas... una formación -en cuanto a lo humano se refiere- muy normal.  Nada perdió el matrimonio de José y María por este glorioso evento; por el contrario, el haber sido favorecidos por Dios de tan gran manera debió haber sido una incomparable bendición.  Todos los demás hijos e hijas habidos en su matrimonio son evidencia de una normal, saludable y, estamos seguros, amorosa relación matrimonial.



Pregunta:  ¿Cuáles son las diferencias que hay entre las distintas denominaciones que existen dentro de los cristianos evangélicos (Bautistas, Pentecostales, etc.)? Quisiera, por favor, que me explicasen.              L. A. - Japón
Respuesta:
 A
pesar de que esta pregunta no es una principalmente relacionada a enseñanza bíblica, doctrinal, entendemos que el deseo mostrado por L. A. de Japón es indicativo de preguntas que sobre este particular tienen muchas personas.  La forma en que entendemos la Biblia, sin embargo, tiene particular relevancia en la respuesta a esta pregunta por lo que presentamos una muy breve explicación confiados de que pueda ser ponderada por todo lector de esta columna y que sea de bien a cada uno.
Es importante señalar que nos consta que a veces ocurren divisiones en iglesias y aun en denominaciones causadas por tensiones internas, personalismos y pleitos carnales que sólo traen deshonra al nombre del Señor a quien profesan servir.  De esos casos NO vamos a hablar; sólo de lo que entendemos son causas reales -históricamente hablando- y legítimas dentro del dinámico proceso del crecimiento espiritual que caracteriza a los verdaderos hijos de Dios.
Comencemos en Jerusalem, pocos años después de la muerte y la resurrección de Cristo.  Allí nació de manera muy poderosa, el día de pentecostés, la iglesia que es el cuerpo visible del Señor Jesucristo. Aunque Dios siempre tuvo su pueblo santo, escogido, ese día nació en forma nueva, distinta, la Iglesia del Señor.  Esa es la iglesia que hasta el día de hoy está presente en el mundo. Ahora bien, allí hubo un sólo grupo o conjunto de creyentes que crecía de manera asombrosa según el Señor añadía los que habían de ser salvos (ver Hechos 2:47).  No había nombre; no había denominación... era, sencillamente, la congregación visible de la Iglesia del Señor.  Luego de una amplia persecución contra los creyentes en Cristo, los de afuera (los no convertidos) comenzaron a llamar "cristianos" a los creyentes -a manera de burla- en la ciudad de Antioquía de Siria.
Años más tarde, los esfuerzos evangelistas del apóstol Pablo, y otros que obraban en la evangelización del mundo conocido en ese momento, dieron lugar a la conversión de muchas personas. Cuando él les escribió sus cartas inspiradas (las conocemos como las epístolas de Pablo), etc., las dirigió a la iglesia que estaba en Efeso, Filipos, etc.  Aún no había divisiones, que sepamos, ni denominaciones.  No es que no hayan existido divisiones entre creyentes, pues pienso que, por causa de nuestra naturaleza humana, nuestros antepasados fueron tan suceptibles a este mal así como lo somos ahora.  No debemos olvidar que en la iglesia de Corinto hubo problemas a causa del pecado: había quienes reclamaban identidad especial con varios siervos de Dios, cosa que Pablo reprende (vea 1 Corintios 1:10-17).  ¡Las causas sólo obedecían al pecado en su carne!
Siglos después, comenzaron a aflorar identidades de índole denominacional, y casi siempre guardaban relación con alguna creencia, práctica, o personaje clave en el liderato espiritual de tal o cual tiempo.  Ejemplo es la denominación Luterana, cuyo fundamento histórico se traza desde las creencias de la persona de Martín Lutero.  La identidad "bautista" halla su trasfondo en el siglo 16 cuando grupos de creyentes (en ese entonces no llamados bautistas), en regiones fronterizas entre Francia e Italia, bautizaban a quienes creían en Cristo a pesar de éstos haber sido bautizados cuando niños por la iglesia católica romana.  De ahí el nombre dado en burla: "anabautistas", o sea, los "re-bautizadores".  En términos generales, distintas identidades denominacionales surgieron con el fin de definir el cuerpo de creencia y práctica de algún grupo particular, ya sea en áreas de doctrina y práctica tales como la organización de la iglesia, el bautismo, las cosas futuras (escatología) y tantas otras más.
Pasando al tiempo presente, es evidente que siempre hay, y habrá, iglesias de distintos nombres, creencias y prácticas.  No es ésto evidencia de un mal, rebeldía, falta de amor, etc., sino sólo de que existe un proceso de aprendizaje y crecimiento en los cuales se manifiesta que el cristiano aún es humano, en la necesidad de crecer espiritualmente y de llegar a conocer mejor las Escrituras, las cuales, no estando divididas, dan testimonio unísono del verdadero y soberano Dios que salva al pecador mediante la fe en su Hijo Jesucristo; fe que él mismo da al muerto pecador por causa de su gracia infinita.
En estos días he tenido ocasión de señalar a varias personas lo siguiente: "Recuerden que Cristo enseñó a sus discípulos que los hombres sólo verían que ellos eran sus discípulos por medio del evidente amor espiritual entre ellos, no a través de la unión orgánica o la sujeción a un credo específico".  Los credos tienen gran valor, pues, revelan cuán lejos o cerca de las normas bíblicas se anda; mas, no son en sí prueba fehaciente del estado espiritual ante Dios.  Tristemente, ha habido creyentes en un credo dispuestos a matar por su fe.   ¡Ahí no hay amor de Dios!
Hay algo de suma importancia que debemos señalar, y es que cada creyente ha de ser íntegro de carácter y honesto ante Dios y los hombres, no importa cuánto de la Biblia conozca o le falte por conocer.  El niño que cursa la escuela en grado primario es tan estudiante como quien está en grados superiores, así sean universitarios.  El grado de conocimiento será muy distinto, pero el nivel de aprovechamiento deberá ser igual no importa en qué nivel de estudios está: siempre aprendiendo lo enseñado. Y, en el aprendizaje llegará a conocer aquello con lo cual se identificará, entendiendo sinceramente que lo que en ese momento cree es la verdad de Dios.
Tan a menudo ocurren divisiones porque algún siervo de Dios llega a conocer grandes verdades enseñadas en la Biblia que, por la tradición de años, no había llegado a conocer. Ahora que el Espíritu de Dios le ha enseñado lo que allí está, se dedica a predicar esa verdad. Los que tienen oídos para recibir la Verdad atenderán, y sus corazones creerán la Verdad.  El que se ata a la tradición rechazará lo que oye, sin embargo, por aquello de seguir la tradición. A veces, tales situaciones llevan a que los unos tengan que salir de donde están, no porque no amen a los demás sino porque han sido echados debido a que los que permanecen no han visto la verdad de la luz espiritual. Compete a quien asegura haber conocido verdad revelada mostrar un genuino espíritu de amor cristiano hacia quien rechaza la verdad que ha llegado a conocer. Así mostrará la genuina evidencia de que es discípulo de Cristo.
Personalmente, aunque en honestad me identifico como  un bautista, tengo hermanos y amigos muy preciados en el amor de Cristo que no lo son.  Cada cual tiene que ser honesto con lo que cree en el momento y aun estar dispuesto a compartir lo que cree con los otros y a examinar lo que profesa creer a la luz de la Palabra.  Con tal espíritu se exhibirá el verdadero amor de Cristo, además de abrir la puerta al futuro entendimiento de otros de esas verdades distintivas.  Tengo buenos hermanos en otros grupos de bautistas, reformados, presbiterianos, pentecostales, etc.  Somos sinceros el uno con el otro porque nos une el amor de Cristo.
Si yo estoy persuadido en mi corazón sobre lo que se considera "una interpretación, posición o práctica" acerca del bautismo, tengo que ser honesto conmigo mismo y no jugar el papel de hipócrita.  No abono al amor en Cristo entre mis hermanos si niego lo que profeso creer.  Si tengo seguridad sobre el particular, debo ser fiel a lo aprendido en el marco del amor de Cristo.  Si el otro es igualmente honesto en sus creencias y en su amor a Cristo, lo será también conmigo y hallaremos que entre nosotros, aunque sabemos que creemos de diferentes modos en algunas areas de doctrina y práctica en la iglesia de Cristo, se vivirá un genuino espíritu de amor cristiano.  Eso traerá, siempre, gloria a Dios.
Concluyo con un precioso ejemplo de la vida real.  Hace varios siglos coincidieron en su tiempo aquí en el mundo dos siervos de Dios, Wesley y Whitefield: uno en Inglaterra y el otro en la costa del este de los Estados Unidos de América del Norte.  Se escribían mucho entre sí, y en particular sobre ciertas áreas de doctrina en que discrepaban. Ambos creían que la salvación sólo venía de Dios mediante la fe en Cristo, pero Whitefield creía firmemente en todos los aspectos de la gracia soberana de Dios y la elección y predestinación mientras que Wesley albergaba ciertas diferencias al respecto.  Se amaban, se respetaban, pero por ello no dejaron de ser firmes en lo que entendían era la verdad en esa area tan importante de doctrina cristiana.
Un día, a Whitefield le llegó la noticia de la muerte de su amigo y hermano.  Conociendo las diferencias que habían tenido, alguien le preguntó: "Hermano, ¿cree usted que cuando llegue al cielo verá a Wesley?"  Whitefield pensó unos momentos, y respondió: "¡No; no creo que lo vea, pues, por estar tan cerca de la gloria del Señor no será posible verle!"  ¡Qué espíritu tan amoroso, espiritual!  Sabía que ser firme tocante a diferencias en doctrina con un hermano, cuyo testimonio corroboraba que sí conocía a Cristo, no significaba que aquel no conociera a Dios sino, por el contrario, daba evidencia de la presencia del genuino amor de Dios: ¡la evidencia de que somos discípulos del Señor!
Quiera Dios que, mientras estemos aquí en este mundo, los verdaderos hijos de Dios aprendamos a imitar a Cristo en ésto y a obedecer sus preceptos.  Así, aunque haya denominaciones e iglesias locales con distintos nombres, dichas diferencias no dividirán –si de veras reina el amor de Dios– sino que mostrarán que en medio de la diversidad, que es parte de nuestra carne aquí, reina el verdadero amor de Cristo.  Sólo así Dios recibirá la gloria y el honor que a él le pertenece.



Pregunta:   ¿Qué conocimiento podria darme acerca de lo que la Biblia dice referente a las concubinas y qué representaban éstas en su era y cultura?  Roy S. - país ??
Respuesta:
 L
a respuesta es sencilla, breve; regresemos, pues, a la narración bíblica de la obra creadora de Dios en Génesis 1 y 2.  Allí se nos dice en el 1:27 y el 2:18,22,23 y 24:
"
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y dijo Jehová Dios: no es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.  Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, formó una mujer, y la trajo al hombre.  Dijo entonces Adán:  Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.  Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne."
Tome nota de que ese último texto (Génesis 2:24) dice que "el hombre... se unirá a su mujer; es decir: UN hombre unido a UNA mujer.  Este principio de matrimonio entre UN hombre y UNA mujer se repite en la epístola de Pablo a los Efesios en el capítulo 5:31.
Lo escrito en Génesis ocurrió en el principio del tiempo, en la creación.  Lo escrito en Efesios fue pocos años después de la muerte de Cristo y el inicio de la iglesia del nuevo pacto.  ¿Qué ocurrió entre medio de ambos?
El concubinato surgió por uso y costumbre según la sociedad de los hombres iba en desarrollo.  Contrario a las que hoy se les llama "amantes", "queridas", etc., -que no es otra cosa que un intento de legitimar la infidelidad y el adulterio- las concubinas surgieron, en términos generales, como una solución a las esposas que no concebían hijos con sus maridos.  Dichas sociedades celaban mucho el que una mujer fuera madre, y de esa forma buscaban solución a la esterilad, etc.  De hecho, las esposas le pedían que procrearan hijos en una concubina para así considerar los hijos habidos de tal unión como suyos. El caso de Abraham, Sara y Hagar es un buen ejemplo de ello.
Tampoco intentaremos "tapar el cielo con la mano" negando la existencia de la satisfacción sexual que se buscaba y obtenía con esta práctica. Sin embargo, la proliferación de esta práctica no cambió el hecho de que Dios hizo UN hombre para UNA mujer.
Tan arraigada estaba esta práctica entre los hebreos que Dios proveyó para ellas en su ley (vea en Exodo 21:7-10 y en Deut. 21:10-14) de tal modo que quien tuviese concubina no le negara la unión íntima (el "deber conyugal").  Contrario a verse en ésto una aprobación al concubinato, lo que se ve es la misericordia y la gracia de Dios.  Así como el divorcio nunca fue requerido por Dios, tampoco lo fue el concubinato.   En ambos casos, sin embargo, la misericordia de Dios concedió su uso y práctica por la misma dureza de sus corazones a causa del pecado.  
Además, es interesante notar que el rey, y salmista David tuvo muchas concubinas, y con todo eso se dice que era "un varón según el corazón de Dios".  Hay otras tantas consideraciones en ésto, pero, basta decir que el hombre pudo gozar de la comunión con Dios a pesar de esas otras circunstancias no tan buenas, y ésto, sólo porque Dios había permitido, misericordiosamente, esta práctica que él no ordenó pero que por la dureza del corazón de ellos, toleró.
Al pasar los años dicha práctica llegó a tal punto que el rey Salomón tuvo un muy grande harén.  Sin embargo, sus palabras en el libro de Eclesiastés claramente revelan que, ya tarde en su vida, había comprendido la vanidad, lo pasajero, de los placeres de la carne, llegando a recomendar a los jóvenes a que busquen de Dios en su juventud antes de que llegaran los días en que dijesen -tal como a él le pasó- que no hallan contentamiento. Sus palabras finales en ese escrito fueron:  "Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre" (Eclesiastés 12:1, 13).
Ya llegado el nuevo pacto en Cristo, se deja atrás, de manera muy clara, la práctica del concubinato así como todo aquello que es contrario a la santidad en Cristo.  Debido a que el uso y la costumbre en la sociedad incluía la poligamia, se le requirió al nuevo liderato de la iglesia (pastores, ancianos, diáconos) el ser "maridos de una sóla mujer"(1 Timoteo 3:2, 12), es decir, no polígamos.  Una vez pasada esa generación, y hasta el día de hoy, quien pretende vivir con más de un cónyuge (abierta o escondidamente) sólo viola las normas divinas y acarrea para sí la ira de Dios.  Sin embargo, aún hay perdón en la sangre de Cristo a todos cuantos confiesan su pecado y se apartan de ello. (Proverbios 28:13).




Pregunta:  1. ¿Existe la posibilidad de que un niño -sea cristiano o no- o un adulto cristiano sea poseído por demonios... o que la influencia demoniaca continue en una persona que haya recibido a Cristo?
                  2. Tambien quisiera saber:   ¿Qué grado de importancia se le debe dar -en la iglesia local-  a la enseñanza sobre el demonismo y sus actividades?
    
E. P. - Puerto Rico
Respuesta:
E
ste es un tema doctrinal sobre el cual la Biblia nos habla menos que de otros temas doctrinales.  Lo que dice, sin embargo, es muy claro, ya sea por declaración preceptual específica o a través de la lección ilustrada en numerosos eventos tanto en el ministerio de Cristo como en el de sus apóstoles.
Debemos señalar, en primer lugar, que los demonios, o espíritus malignos, no son otra cosa que aquellos ángeles que,  junto al Lucifer caído -conocido luego como el diablo, o Satanás- cayeron en pecado ante Dios, siendo todos echados de su presencia por toda la eternidad.  Pablo habla de éstos en Efesios 6:12 como sigue: "... tenemos lucha contra 'principados, contra potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes'" (volveremos sobre este texto más adelante).
En 1 de Pedro 5:8,9 leemos: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe..." Sirvan estos dos textos para confirmar la real, verdadera existencia de los espíritus caídos, a saber, los demonios, y su cabecilla, el mismo Satanás.  Durante el ministerio de Jesús se vio mucha actividad demoniaca, particularmente dirigida a resistir a Cristo y a impedir -de ser posible- su inminente muerte en la cruz.  Veamos varios de estos textos:
El ministerio "oficial" de Jesucristo se inició virtualmente bajo el asedio del príncipe de las tinieblas, el diablo. Lucas 4 narra cómo Jesús, llevado al desierto por el Espíritu Santo, fue tentado en tres ocasiones por el diablo... tentaciones que procuraban lograr la humillación del Señor de señores ante su enemigo, al cual vencería por medio de su muerte futura en la cruz y su resurrección.
En Marcos 1:39 el Señor echó demonios; en Lucas 6:18 el Señor sanó a los "atribulados por espíritus inmundos";  Mateo 4:24 declara que a él le traían a "los endemoniados" para que los sanase.  Ante los discípulos de Juan, en Lucas 6:18,  él "echó espíritus malignos", y en el 8:2 se nos dice que a María Magdalena la libró de siete espíritus malignos.
Lucas 8:27-36 narra cómo Jesús echó una "legión" de demonios de un gadareno, muriendo ahogados todos los cerdos a cuyos cuerpos habían ido a morar los demonios que habían estado en dicho hombre.  En esta historia se aprecia el hecho de que los demonios en ese hombre le rogaron al Señor que no los echase al abismo sino que les permitiera entrar en los cerdos. ¡Sólo ante el permiso del Señor, Todopoderoso, podría suceder tal acción!
Son muchos más los incidentes en que el Señor echó a demonios de los cuerpos humanos donde habían estado presentes.  Ya en los tiempos de los apóstoles, aunque la frecuencia de similares incidentes era menor -al menos eso se deja ver ante la cuidadosa lectura del libro de los Hechos de los apóstoles así como epístolas de varios de éstos- vemos que la actividad demoniaca continuó. Tenemos muy serias convicciones de que en los días del ministerio de Cristo hubo más actividad demoniaca que en los tiempos apostólicos que siguieron.  ¿Por qué pensamos así?
Primero, ya señalamos que hay menos incidentes narrados en las Escrituras que nos narran acerca de esos tiempos.  Segundo, creemos que la batalla era muy grande, pues, sabían estos demonios que sus días estaban contados.  En una ocasión preguntaron los demonios a Jesús: "¿Has venido a destruirnos?" (Lucas 4:34)  Siendo los demonios seguidores y servidores de Satanás, el "padre de la mentira", no nos es difícil concluir que ellos vivían bajo el más grande de los engaños, pensando que de alguna manera podrían detener la victoria sobre las tinieblas que el Mesías habría de obrar en la cruz, dando así el golpe mortal a la cabeza de la serpiente (ver Génesis 3:15).  ¡Misión imposible para ellos!, por supuesto, pues no hay quien "estorbe el brazo fuerte de nuestro soberano Dios".
No queremos decir por ello, sin embargo, que las huestes demoniacas hayan concluído su actividad... ¡claro que no!  Hay, también, incidentes narrados en los Hechos, como es el caso que envuelve a los hijos de Esceva en el capítulo 19.  ¿Recuerda que ya citamos a Efesios 6:2?  En ese pasaje vemos algo de gran importancia para nosotros en nuestro día; así también en 1 de Pedro 4:8,9.  En estos textos no sólo se nos habla de la realidad del enemigo y su actividad en contra del creyente; también se enseña cuál sea la provisión de Dios para la victoria completa sobre dicho ataque, dicha resistencia.  Veamos:
Comenzando por la porción más corta, en Pedro leemos: "... al cual resistid firmes en la fe".  Mas adelante dice: "Mas el mismo Dios... os perfeccione, afiance, fortalezca y establezca" (v. 10). Ciertamente, palabras que hablan sólo de victoria absoluta de quien está afianzado en Cristo.  ¡Ahí no hay poder demoniaco!
En Efesios 6 se nos dice: "Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las artimañas del diablo" (11).  Y sigue en el v. 13: "... tomad toda la armadura de Dios para que podaís resistir en el día malo, y habiendo cumplido todo, estar firmes."  Tal como la porción de 1 de Pedro, aquí no sólo se habla acerca de la realidad del enemigo -el verso 12- sino que se habla de la provisión espiritual que nos permite resistir y VENCER... estando firmes.  ¡Cuán glorioso!
Hasta aquí hemos considerado con mucha sencillez unas verdades básicas tocantes al tema de los demonios, o espíritus caídos, y su influencia, si alguna, en el cristiano.  Unamos ésto, pues, a las preguntas de arriba.  ¿Qué de la presencia de demonios (la posesión demoniaca) en una persona, ya sea niño o adulto no creyente?   La respuesta:  Es totalmente posible.
 
Ahora bien, incumbe al cristiano no caer en la fácil tentación de continuamente atribuir la presencia de demonios en personas cuyas situaciones y pruebas tal vez ni remotamente son de tal naturaleza.  Esta es una mala costumbre que vemos tan a menudo.  Somos muy dados a quererle atribuir al diablo o a sus ángeles lo que no es otra cosa que nuestro propio pecado, o el de otros.  Cuando veo a cristianos que muestran más interés y atención al asunto de demonios en su derredor que en la enseñanza de la sana doctrina -que es la que hace salva al alma- me preocupa.  Pero, más sobre eso en otra ocasión.
Ahora bien, ¿qué de la presencia o posesión demoniaca en un(a) verdadero(a) hijo(a) de Dios?   Basándonos sólo en la Escritura, no titubeamos en declarar que NO es posible.  En 1 de Juan 4:4 se nos dice: "Hijitos, vosotros procedéis de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está el mundo."  Es una clara referencia al hecho de que el Espíritu de Dios vive en el alma -en el cuerpo- del cristiano, donde no vive aquel que está en el mundo -una clara referencia al espíritu maligno, sea cual sea.  ¡El Espíritu de Dios es mayor!
Volviendo a Efesios, leemos en el 2:1,2:  "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en OTRO TIEMPO... conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que AHORA ACTUA en los hijos de desobediencia..."  Con estas palabras, Pablo da fe de que quienes ahora tienen vida en Cristo vivían en otro tiempo bajo la influencia y/o dirección de los espíritus inmundos. Entre otras cosas, aquí se afirma la realidad de "el uno O el otro"... pero, NO los dos.  ¡Si mora el Espíritu de Dios, no hay lugar para el espíritu maligno!
Ahora bien, tengamos cuidado de no concluir de ahí que el creyente ya no pecará, o peor, que lo malo que hace no se clasifique como pecado.  Sería un grave error.   El cristiano sí peca... por eso Dios nos invita a "llegar confiadamente al trono de la gracia para alcanzar el oportuno socorro y su misericordia" (Hebreos 4:16).  Pero, peca por su propio pecado que aún está presente en su carne, no porque esté poseído por un espíritu maligno.  ¡Es tan fácil echarle la culpa al diablo de lo que no es otra cosa que nuestro propio pecado!  ¡Cuán fácil excusa para eludir nuestra culpa y responsabilidad ante Dios!
El que alguien, en el "nombre del Señor", intente echar demonios de un cristiano porque su conducta manifiesta que éstos estén allí es un serio error que atenta contra un amplio testimonio bíblico al contrario.  Si de veras es un cristiano, entonces está pecando ante Dios por causa de su propio pecado, y nada más.  O, si hubiere de veras la presencia de demonios allí, tendríamos que asumir que la persona en realidad jamás ha conocido el poder regenerador del Espíritu Santo. Después de todo, meramente ir a una iglesia no hace cristiana a una persona.  Es haber estado bajo el poder transformador de la sangre de Cristo, y tal poder regenerador tiene sus evidencias, su testimonio, su fruto.
En cuanto a la segunda pregunta, entendemos que es muy fácil para cualquier pastor (¡y hablo como uno!) cometer el error de caer en un desbalance en la enseñanza... en cualquier area de doctrina bíblica.  Creemos que hemos visto, hoy día, un énfasis desbalanciado -de vez en cuando- en la atención dada en algunas iglesias a este tema de los demonios... en algunos casos, a nivel de obsesión fanática.   De acuerdo a la Palabra de Dios, una iglesia local es básicamente aquel lugar de reunión de los santos donde se juntan para ser alimentados espiritualmente; donde se congregan para elevar sus corazones y voces en sincera y temerosa adoración a Dios.  Y en la medida que esta función espiritual se desatiende, se abre la puerta a la entrada de muchos males, entre ellos, ésto último.
El visitante "no creyente" que esté presente ha de ver -en esa disciplina espiritual de los congregados- cómo es que los hijos de Dios adoran a su Padre celestial.  En muchos casos, tristemente, lo que ven es desorden, alboroto, confusión, y un vacío de la enseñanza de la Palabra de Dios.
Hay quienes dirán ante estas palabras: "pero, a la gente hay que darle lo que quieren, lo que les gusta... de lo contrario, se van... no regresan."  Tal razonamiento adolece por su evidente superficialidad y una total ausencia de genuina comprensión de lo que es la iglesia del Señor.  Los santos han de crecer en espíritu, han de ser hallados "ocupados en una pía y santa conducta", así como "sin mancha e irreprensibles" (2 Pedro 3:11,14), y ésto sólo se logrará a través de la constante, amorosa y paciente enseñanza de "todo el consejo de Dios".
Nuestra práctica personal ha sido, ya en la iglesia local como en el ministerio radial, enseñar la Palabra de manera expositiva, libro por libro, verso por verso, sólo desviándonos brevemente de tal patrón cuando alguna necesidad espiritual particular en la iglesia lo amerite.  De esta manera las ovejas reciben una dieta mucho más balanceada, espiritualmente hablando, y levantamos un muro de protección contra el serio error de caer en ese hoyo tan dañino y peligroso del desbalance en la predicación y la enseñanza.
Llevamos años orando a Dios para que conceda avivamiento en los púlpitos... que devuelva a las iglesias locales la predicación de "todo el consejo de Dios".  Muchos no creerán, no aceptarán. Muchos pastores serían expulsados de sus iglesias por darse a la tarea de comunicar la Palabra en vez de las "teorías aceptadas" acerca de algunas enseñanzas de la Palabra.  De concedernos Dios tal avivamiento, habría "revolución espiritual" en nuestros pueblos... y ¡cuan glorioso sería!



Pregunta:  1. ¿Quiénes son los "hijos de Dios" en Genesis 6:1-5?  
   
2.  ¿Qué dice la Biblia acerca de los ovnis y dinosauros?    M. C.- México

Respuesta: E
sta doble pregunta de M. C. tiene respuestas bastante sencillas. Veamos:
En primer lugar, los "hijos de Dios" de Génesis 6:2,4 son aquellas personas identificadas por su fidelidad, obediencia y amor a Dios.  La historia bíblica del comienzo de la humanidad creada por Dios es muy breve, o condensada.  En tan breve porción de Génesis, vemos en el capítulo 4 que Caín, quien mató a su hermano Abel, "salió de la presencia de Dios", avergonzado de su pecado.  Por otro lado, el verso 4:26 nos dice que "a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós.  Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová".
Vemos, pues, que al multiplicarse los hombres, habían dos cepas, o nucleos familiares con claras tendencias de ser el uno temeroso de Dios -en términos generales- y el otro rebelde, desobediente, desafiante.  En la teología conservadora se ha aceptado como acertada la aseveración de que los "hijos de Dios" -en este pasaje- es una referencia a los decendientes de Set, con claras tendencias de seguir a Dios, y las "hijas de los hombres" una referencia a la decendencia de Caín, con claras tendencias al pecado, a vivir según la carne.
Lo que ocurre, pues, es que aquellos de quien se esperaba una conducta espiritual, más a tono con las directrices espirituales de Dios, ceden ante el atractivo físico de las mujeres de los pueblos que vivían en abierto desafío a Dios.  Ejemplo hoy sería un hijo de una familia cristiana, tal vez profesando fe en Cristo, que pone sus ojos en una hermosa joven, llegando a enamorarse y casarse con ella.  Natural, en lo que a la carne se refiere, pero una clara desobediencia a los requerimientos de Dios.
Haya otros textos en que el término "hijos de Dios" se usa en su sentido descriptivo de los que a Dios aman y obedecen, a saber: "...Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente" (Oseas 1:10).  En el Salmo 73:15, a los justos se les describe así:  "Si dijera yo:  Hablaré como ellos, he aquí a la generación de tus hijos engañaría".
Concluyendo, pues, debemos señalar que hay quienes han insistido que este pasaje bíblico describe la unión de ángeles con mujeres humanas.  Aluden a unos textos en el libro de Job donde el término "hijos de Dios" sí se usa, claramente demostrado por el contexto, en referencia a los ángeles.  Después de todo, Dios también creó a los ángeles y los puede llamar sus "hijos" en ese plano de relación a él.  Sin embargo, la Biblia claramente indica que la naturaleza 'física/espiritual' de los ángeles es tal que no son dados en casamiento (vea Lucas 20:27-40).
Es importante entender que la Biblia identifica, aun hoy, a los que creemos en Cristo -lo que incluye ambos sexos- como "hijos de Dios", a saber:  "Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos 'hijos de Dios' (Juan 1:12).  También en 1 Juan 3:1,2 leemos: "Mirad qué amor tan sublime nos ha dado el Padre, para que seamos llamados 'hijos de Dios';  por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoce a él.  Amados, ahora somos 'hijos de Dios', y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser..."
En este sentido legítimo del significado de "hijos de Dios", cabe aquí preguntar al lector:  ¿Es usted, hoy, un hijo, o una hija, de Dios?  El verdadero hijo de Dios en esta vida es aquella persona cuyos pecados han sido perdonados mediante la sangre de Cristo y cuya fe descansa únicamente en la obra del Cristo Viviente, Salvador y Soberano.
En respuesta a la segunda pregunta, sólo hay que decir que "la Biblia nada dice sobre estos particulares.  En lo que a los animales se refiere, ya sean dinosauros o cualquier otro tipo de animal, Dios los creó a todos.  Cuando Noé introdujo al arca las parejas de todo tipo de animal exitente en ese momento, puede estar seguro que allí se hallaban los dinosauros entre todos los demás.  Sólo que no se mencionan por nombre.
Tampoco vayan a caer ante el engaño de los que propagan sus teorías de evolución -que no es otra cosa que la negación de la veracidad de las Escrituras y de nuestro soberano Dios- en el sentido de que tales animales tienen que haber existido hace "millones de años", y eso, por causa de procesos incorroborables llamados "evolución".  El gran diluvio fue poderosísimo, y alteró por completo el mundo de aquel entonces.  Aunque todo ser viviente dentro del arca salió nuevamente a tierra seca y se ocupó en el proceso natural de procreación -¡no tenga duda de ello!- puede estar seguro de que mucho tipo de animal llegó eventualmente a su extinción por causas que Dios sólo sabe.
De hecho, hoy día vemos a muchos grupos ambientalistas aunando esfuerzos para salvar animales en peligro de extinción. La muerte, y aun extinción, les llega por muchas causas, ya sea enfermedad, falta de comida, abusos humanos, etc.  Por eso, a nosotros no nos extraña la desaparición del dinosauro y otros tantos animales similares.  ¡Debió ser tan precioso ver toda esa gama de seres creados juntos sobre la tierra!  ¡El hombre, en su pecado y rebelión contra Dios omnipotente, a la verdad que destruye las cosas bellas que la mano de Dios ha hecho!
En cuanto a ovnis, la Biblia nada dice.  De hecho, recomendamos a los cristianos a cuidarse de caer en estas fantasías de aquellos que necesitan de ese constante estímulo emocional, psicológico que reciben al mantener vivas tantas nociones novedosas en lo que a ovnis se refiere.  Hay quienes quieren descubrir qué "tipo de ovni" usaban los ángeles para moverse de un sitio a otro, o descubrir que tipo de "vehículo" usó Dios cuando transportó fuera de este mundo a personas como Elías.  ¡De tales especulaciones no hay fin!
Quede claro que, con fe muy sencilla, el cristiano descansará seguro en el conocimiento de que Dios, quien habló y así creó todas las cosas, no necesita de vehículos para transportarse a sí mismo o a los suyos.  La mera noción es ofensiva a Dios.  Si los hombres se ocuparan más en los valores espirituales que Dios pone ante ellos y dejaran de perder tanto tiempo en estas creaciones de la imaginación, tal vez verían que su mayor necesidad es el perdón de sus pecados... la salvación eterna de sus almas a través de la sangre de Cristo.
Nos alegramos de que M. C. haya puesto este tema sobre la mesa a través de su pregunta, pues nos ofrece tan valiosa oportunidad de poder afirmar que Dios requiere que todo hombre le busque a él, le adore y le sirva. Y, ya sea prestando atención a tales novedades u otras tantas distracciones que los humanos somos tan expertos en desarrollar, es tan fácil apartarnos de lo que de veras tiene valor ante Dios y es para el bien de nuestras almas.
Confiamos que cada hijo(a) de Dios que lea estas líneas sea ayudado(a) a vencer la tentación de caer en la trampa de estas fascinantes vanidades para en su lugar dar la atención debida a las cosas de Dios, que son las únicas que nutren el alma.


Pregunta: Estoy haciendo un programa y me pidieron que busque cómo enseñar a un niño de mi edad a usar la Biblia.   ¿Me podrían ayudar?      Shan... T. - México (o España)

Respuesta: Nos ha llamado la atención el que esta sencilla pregunta nos llega de parte de un niño cuya edad desconocemos.  Además, en su recado vía correo electrónico, escribió como país sede de su URL tanto ".mx" como ".es", por lo que no sabemos si es de México o de España.   Como quiera, hemos decidido adelantar su pregunta a otras que esperan su turno por tratarse de un niño que aparenta tener prisa por recibir una respuesta (nuestro respuesta no le llegó por tener error su dirección electrónica).

 
Buscar en la Biblia es tan sencillo como llegar al vecindario donde uno vive para llegar a casa propia.  La primera vez es posible que uno se pierda, pero una vez conoces la ruta, jamás te perderás.  Busca en las primeras páginas de la Biblia que tienes a la mano, y observa que luego de la página título, "Santa Biblia" -con toda la otra información que allí aparece- está una página intitulada "TABLA (índice) DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA".

 
Verás que ese total de 66 libros (si es una edición católico romana serán más de 66) está dividido en dos secciones principales, a saber: el (1) Antiguo Testamento y el (2) Nuevo Testamento.  Cada uno de estos "Testamentos" incluye un listado de libros, por nombre, habiendo 39 en el "Antiguo" y 27 en el "Nuevo".  Esos nombres son los libros, a saber: Génesis, Exodo... o, Mateo, Marcos, Lucas, etc.  

 
Los editores de las Biblias impresas por lo general ayudan al lector nuevo de la Biblia mediante la indicación de la página en que comienza cada libro; así que, si quieres hallar un libro del A. T. (eje., Daniel), vas a la página señalada en dicho Testamento. Igual se hace para un libro en el Nuevo Testamento.  

 
Además, hallarás que cada libro está divido internamente de dos maneras, a saber: 1ro, en capítulos y 2do, en versículos. De esa manera, si vas a buscar Daniel 9:24, hallas el libro en su lugar del A. T. y vas al capítulo 9 y luego al versículo 24.  De igual manera se hace con cualquier otro libro en la Biblia, sea del A. T. o del N. T.  Buscar, pues, un texto o pasaje bíblico es tan fácil como hallar el libro en el Testamento indicado, luego seguir la numeración de capítulo y verso, tal como si fuera hallar una casa en tal o cual residencial numerada en la calle particular.

 
Debemos señalar que los "capítulos" y "versículos" enumerados es idea de los publicadores de la Biblia, ya que cuando estos libros se escribieron originalmente el texto era corrido, así como una narración o carta.  Al crear el sistema de enumeración, se le facilitó al lector llegar a un texto en específico con mayor rapidez, en especial cuando de el estudio de la Biblia en grupo se refiere.

 
A veces, sin embargo, las divisiones de capítulos se colocaron en puntos equivocados (en lo que a unidad del tema se refiere), por lo que a veces quien lee se da cuenta de que, tal vez, los últimos versículos de un capítulo en realidad van unidos a los primeros del próximo.  Esta división errada a veces interrumpe -aunque sea accidentalmente- el vínculo entre textos que van unidos y así afecta, en algo, la comunicación del precepto o enseñanza en su totalidad.  Pero, gracias a Dios, este tipo de error no afecta la inspiración divina de la Palabra ni su contenido como tal.  En general, es fácil captar tal disloque cuando el lector está avisado de esa posibilidad.

 
Es así de sencillo, mi joven amigo.  Mientras más buscas los libros, irás aprendiendo de memoria su localización; así llegará el momento en que con gran rapidez llegarás tanto al libro como al texto deseado.  Nos alegramos de tu interés por saber cómo buscar los libros de la Biblia, así como el poder ayudar a otros niños a en la misma destreza.  Dios te ayude en todo, en especial a conocerle y amarle sobre todas las cosas.


Pregunta:  ¿Cuál es su opinión del uso de un árbol de navidad?   En lo personal, lo considero como un objeto que permite ambientar un determinado lugar.       J. N. - México

Respuesta:  Dado el caso de que por tradición general una gran porción de la población de nuestro planeta tierra celebra en estos tiempos la llamada "natividad, o nacimiento de Jesucristo", hemos decidido incluir ahora esta pregunta y su respuesta ya que pensamos que será de bien para muchos y, como poco, de cierto interés para otros.

 Cuando de tradiciones se trata, las explicaciones del porqué de las mismas suelen ser muy variadas, llegando a despertar en la mente de muchos la pregunta:  "¿Y cuál tradición será  la correcta... cuál explicación refleja certeramente el trasfondo histórico de tal o cuál práctica?"   

 Es un hecho innegable que una de las tradiciones más celebradas alrededor del mundo es la del supuesto nacimiento de Jesucristo en el mes de diciembre.  Por tal razón, también son muchas las personas que se ofenden cuando se les confronta con una realidad histórica que contradice tal tradición hasta más no poder.  Quienes con espíritu humilde han procurado traer un poco de luz histórica y b¡blica sobre este tema a veces hemos sido tildados de enemigos del evangelio... de enemigos de Cristo... y hasta cosas peor.

 ¿Cuál es, sin embargo, el verdadero trasfondo histórico de la celebración de la "navidad", los arbolitos de navidad, los festejos y las decoraciones, los regalos, etc?  Consideremos brevemente algunos datos históricos.

 Primero, afirmamos sin titubeo alguno que Jesucristo nacio en Bethlehem de Efrata conforme a la promesa de Dios.  La narración evangélica de su nacimiento es una preciosa historia del amor de Dios y su gracia infinita demostrada a los hombres... pecadores todos.  Su nacimiento fue anunciado por los profetas muchos años antes del hecho.  Los ángeles de Dios dieron aviso a los pastores -que en los campos velaban en la noche sus ovejas- que el Mesías había nacido.  María había sido el vaso escogido para dar a luz al unigénito Hijo de Dios, el primogénito de ella.

 José mantuvo fiel su compromiso a ella, habiendo sido avisado por el ángel que el niño en el vientre de ella no era de hombre alguno sino que era engendrado del Esp¡ritu de Dios.  En resumidas cuentas, Jesús sí nació... sí apareció entre los hombres como un niño humilde, acostado en un pesebre.

 ¿Cuándo aconteció todo ésto?   Aunque no se puede precisar el día exacto en que nació, no hay duda alguna de que fue cerca del final de septiembre y/o principio de octubre.  Esto se calcula en base al tiempo del oficio sacerdotal de Zacarías, quien al terminar su turno regresó a su casa, ocasión en que su esposa Elizabet quedó en estado de quien sería Juan, el primo de Jesús, quien nacería unos seis meses luego de Juan.  Se estima, por los hechos ya indicados, que Juan nació más o menos entre febrero y marzo, lo que colocaría el nacimiento de Jesús -unos seis meses luego- entre septiembre y octubre.

 También es notable el hecho de que los pastores velaban su ganado en los campos, cosa que no se hacía en los meses fríos como noviembre, diciembre, enero, febrero, etc.  Este pequeño detalle muestra que aún era tiempo aceptable para estar en los campos de noche, lo que incluiría quizás hasta octubre, pero no después... y mucho menos el mes de diciembre.

 Ya que las evidencias apuntan hacia el hecho de que Jesús debió haber nacido hacia finales de septiembre, ¿de dónde surge la tradición de que Jesucristo nació el 25 de diciembre?  ¿De dónde surgen todas las demás actividades que en nada se relacionan al nacimiento de Cristo pero que, sin embargo, dominan de manera muy visible la tradicional celebración navideña?   Son preguntas legítimas que deben, y pueden contestarse.  La pregunta de rigor sería, pues, ¿hasta qué punto estamos dispuestos a aceptar las respuestas a estas preguntas y a permitir que incidan en nuestras costumbres tradicionales navideñas?

 Hay libros escritos sobre estos temas, dos de los cuales son: "The Two Babylons" por Rev. A. Hislop, y "Babylon, Mystery Religion" por R. Woodrow.  Desconocemos si han sido traducidos al español o no.  Estas fuentes fidedignas de la historia de las religiones paganas incluyen también información sobre los orígenes de la celebración navideña.  Recomendamos ambos al lector que los pueda obtener.  Sería una valiosa inversión.

 Diciembre 25 había sido la fecha en que los paganos de antaño celebraban el nacimiento del dios Sol.  Originó este concepto en Mithra, el dios Sol, así como copias del mismo concepto pagano, tales como Tamuz, Horus, Hércules, Bacchus, Adonis, Jupiter, etc.  Durante el solsticio del invierno era que se celebraba con gran algarabía el nacimiento de dicho dios pagano.  En Roma se le llamó a esta celebración Saturnalia, siendo Saturno otro nombre para Nimrod o Tamuz, el dios escondido.  

 La celebración era una muy inmoral con toda suerte de depravación moral, borracheras así como el intercambio de regalos entre las personas.  Es importante notar que aunque hoy día se usa a los hombres sabios y sus regalos como el modelo o prototipo que justifica el que nosotros nos regalemos unos a otros en dicha época, la realidad es que ellos trajeron regalos al niño Jesús, no el uno al otro.  Los paganos, sin embargo, intercambiaban regalos como parte integral de su paganismo, y lo venían haciendo ya durante siglos antes de nacer Jesús.  Es decir, no son costumbres que surgen dentro de la iglesia cristiana posterior al nacimiento de Cristo y que con el tiempo se han ido comercializando y desvirtuando, sino que eran parte integral de la religión pagana miles de años antes de Cristo.

 Nada más esa consideración nos debería poner a meditar un poquito, en especial tocante a esas expresiones y/o esfuerzos de muchos cristianos sinceros que afirman la necesidad de que a la celebración navideña, la natividad de Cristo, "se le devuelva el significado verdadero que una vez tuvo".  Ya que dicha fiesta es de origen pagano y no cristiano, ¿cómo, pues, devolverle un contexto "original" cristiano si en realidad nunca lo tuvo? Creemos que es ésta una consideración de gran peso.

 La iglesia católica romana ordenó, en el siglo 5, que en adelante se celebrara el nacimiento de Cristo el día 25 de diciembre.  Y así ha sido hasta el día de hoy.  ¡Ni siquiera fueron iglesias cristianas las que originaron la celebración del 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús; fue la iglesia romana en su afán de preservar las tradiciones paganas que son parte esencial de su propia existencia!   Son muchos los cristianos sinceros que hoy día buscan justificar esa fecha como si fuera un evento bíblico no sabiendo, o prefiriendo no saber (en algunos casos) que no es sino un día pagano.

 Preguntamos a quienes sienten la necesidad de tener un día para tal recordatorio:  ¿Por qué no escoger una fecha más cercana a septiembre u octubre?  ¿Por qué las iglesias cristianas no celebran, en esos meses, servicios especiales que conmemoren el nacimiento de Cristo y que giren alrededor de él y no alrededor de nosotros y nuestros deseos de intercambiar regalos, adornar, etc., cosas que nada tienen que ver con lo que la Biblia nos enseña sobre el nacimiento de Cristo?   La triste realidad, hoy, es que tantas iglesias evangélicas adornan sus templos con decoraciones paganas que sus antepasados jamás hubiesen permitido entrar a sus congregaciones.  ¡Y lo hacen creyendo que así honran al Señor Jesucristo!  

 No es posible que de ceremonias paganas se puedan crear ceremonias aprobadas por Dios y que honren su santo nombre. Diremos más: las únicas dos ordenanzas que Cristo requiere de su iglesia son la "cena del Señor" y el "bautismo".  Las demás celebraciones son de puro origen humano.  Podemos entender aquellas que no son de origen pagano... pero, ¿y qué de las que sí originaron en el paganismo previo a los tiempos de Cristo? ¿Es, acaso, un dato irrelevante, de poca importancia, como para que se ignore por la iglesia visible de Cristo?

 Es que la tradición es poderosa... nos domina... nos ciega el entendimiento y la habilidad de poder examinar las cosas a la luz de la Biblia.  Los pueblos pecadores realmente no celebran el nacimiento de Cristo.  Por el contrario, celebran una excelente época comercial... el "nacimiento de Cristo" no es más que algo incidental para el mundo comercial y del entretenimiento.  Si el vecino coloca luces a todo color en su casa, ¿por qué sentimos que debemos hacer lo mismo?  ¿Qué tienen que ver estas cosas con Cristo?   ¡NADA... Nada... nada, en lo absoluto!  

 Estas cosas exteriores NO SON el espíritu de la navidad, como nos quieren hacer creer que es.  Otros creyentes intentan "cristianizar la navidad".  ¿Por qué la obsesión de querer "colocar nuevamente a Cristo en la navidad" cuando jamás estuvo allí?  ¡A la verdad que el pueblo de Dios perece por falta de conocimiento! ("Mi pueblo fue destruído por falta de conocimiento" Oseas 4:6.)

 Finalmente, ¿y qué del árbol de navidad?  Si dejamos que la historia sea nuestro maestro, no podremos escapar del hecho de que, de una forma u otra, el arbol navideño tiene su origen en el paganismo.  Se ofrecía homenaje a árboles adornados con esferas simbólicas del sol, guirnaldas brillosas, etc.  Una de las tradiciones paganas veía en el árbol siempre-verde, -o sea, el pino- un símbolo del renacimiento del Dios Sol en su hijo Tamuz. Al tener en cuenta la enseñanza b¡blica, veremos en numerosos textos que el "árbol verde" es asociado a la idolatr¡a y la adoración falsa.

 Sería bueno comparar Jeremías 10:1-5 con las prácticas contemporáneas tocante al uso de los árboles de navidad.  Es cierto que, según el contexto, aquella gente estaba creando un ídolo muy bien decorado.  No sirva tal aseveración para decir que cada cristiano que hoy día coloca y decora su arbolito lo está haciendo para adorarlo.  Claro que no.  Lo que afirrmamos es que no nos es posible escapar de la realidad de que el uso, hoy en día, de los árboles de navidad no es otra cosa que un continuismo de dichas prácticas paganas que de ninguna manera se pueden cristianizar y/o separar de su pagano origen.  Dice la Palabra de Dios que "las costumbres de los hombres son vanidad".  Nada agregan y en nada engalanan la verdadera adoración a Dios.  Una cosa es muy cierta, a saber, que una vez una costumbre, una tradición nos "agarra" no nos suelta de manera fácil, y tal parece que tampoco deseamos nosotros soltarlas sin una lucha por retenerlas.

 "Oid la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel.  Así dice Jehová: "No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales de cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman.  Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque no es más que un leño (árbol) que del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril.  Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo aseguran para que no se mueva.  Son como espantapájaros en un huerto de pepinos, y no hablan; necesitan ser llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tener poder.  No hay semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío"(Jeremías 5:1-6).

 Sabemos que las tradicionales fiestas navideñas son tan parte de la vida de muchas familias cristianas que hasta llegan a pensar que sin esos festejos no tienen a Cristo.  Si esa es la situación de algún lector, creemos que en ello hay un aviso de que una tradición humana, de origen pagano, ha sustituído tan profundamente el verdadero conocimiento de lo que es el nacimiento de Cristo que ha perdido de vista la realidad bíblica por estar bajo la sombra del paganismo tradicinal original.  No dudamos, ni por un solo segundo, que hay muchos, pero muchos sinceros cristianos que celebran la tradicional fiesta navideña sin siquiera conocer su origen pagano.  Nosotros también lo hacíamos así.  Sin embargo, la falta de conocimiento del ayer no es excusa para seguir en la oscuridad una vez la luz bíblica nos ha iluminado.  ¡Mientras vivimos, hay tiempo para enderezar los caminos torcidos... para "salir de en medio de ellos"!

 Queremos enfatizar una vez más que sabemos que la gran mayoría de los verdaderos cristianos que "celebran la navidad" usando luces, decoraciones, árboles, regalos, etc., no lo hacen con la intención de idolatrar dichos objetos.  Si algún lector ha inferido tal aseveración de las líneas anteriores, le invitamos a leer nuevamente y con gran cuidado lo que aquí hemos escrito. Lo que queremos que usted llegue a entender es el hecho de que las celebraciones navideñas, tan comunes hoy, no nacieron en la iglesia de Cristo sino en la católica romana.  Si los cristianos de los primeros siglos hubiesen podido mirar al futuro y ver dichas costumbres en las iglesias cristianas de hoy, quedarían atónitos. Se asombrarían de que sus "futuros hermanos" habrían de dar lugar a tradiciones en sus iglesias cuyo origen estaba en el paganismo papal bajo el cual tantos de ellos murieron por la causa de Cristo.

 Pesa sobre los cristianos contemporáneos el deber de examinar sus costumbres tradicionales a la luz de la Biblia.  Echar a un lado lo que no tiene base bíblica sólo enriquecerá su estado espiritual si es que en su lugar ponen en práctica aquello que goza de la aprobación de Dios según su Palabra revelada.  Es ésta una de las muchas áreas de la vida del cristiano donde aplica el aviso bíblico: "Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os acogeré"
(2 Corintios 6:17).

 Hemos dicho en muchas maneras, y lo repetiremos una vez más aquí: Dejemos ya el intento de "cristianizar" las tradiciones que son, tan claramente, paganas.  Tal esfuerzo jamás cambiará la realidad de que lo que no procede de Dios nunca le agradará. Celebremos y cantemos las maravillas de Dios durante todo el año, no sólo en diciembre (el nacimiento de Cristo) o en marzo (la muerte y resurrección de Cristo).   El evangelio de Cristo es para cada día del año.   La verdad de Dios antecede todo paganismo y debe ser la que brille en nuestras vidas durante todo día del año.

 

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