Indice de preguntas en esta página:

1.  ¿Cómo hago para que llevemos una vida espiritual si mi esposo nunca va
a la iglesia conmigo?       
G. B. - El Salvador
2.  ¿Debemos llamarnos siervos o amigos de Dios? 
   Plei... - Puerto Rico
3.
 Oren por mí... tengo cadenas que me atormentan.    J. C. - Colombia
4.  La tentación sexual es muy grande... ¿Qué haremos?
    J. A. V. - Perú
5.  ¿Donaré mis órganos luego de morir? ¿Qué dice la Biblia?
  R. E. T. - Chile 
6.
 ¿De dónde viene la palabra ministrar... qué significa?  A. R. - Guatemala 
7.
 ¿Qué es lo que más conviene hablar al recién convertido? J.T.C. - México
8.  ¿Está permitida la autogratificación sexual?
 J.H. - México

Pregunta:  
M
i esposo y yo recibimos a Jesús como nuestro único Salvador hace 3 meses; éramos católicos pero sólo de nombre, pues no nos llenaba la iglesia católica.  He encontrado todo lo que yo buscaba en la iglesia cristiana pero mi esposo no gusta de los cánticos y alabanzas y, por eso, no me acompaña a la iglesia.

¿Cómo hago para que llevemos una vida espiritual juntos, si nunca va a la iglesia?  Le hago ver la importancia de conocer y seguir la palabra del Señor; esto lo acepta, pero no el ir a la iglesia.         

Respuesta: Reciba un sincero saludo en el nombre de Cristo desde Puerto Rico.  Gracias, también, por su amable email y su confianza demostrada al explicarnos su preocupación de naturaleza espiritual.  Me es interesante que esté escribiendo desde El Salvador.  Hace poco estuve allá dos semanas, predicando y tocando piano en muchas iglesias a través de varias ciudades, tales como Sonsonate, Santa Rosa, la Capital, San Miguel.

 Es preocupante tal situación.  La causa podría ser una o más de mucha posibilidades, por lo que no me atrevo aventurar cuál sea el motivo en él.  Pero, le indicaré aunque sean varias cosas al considerar varias posibilidades.

 Asumiré en todo momento que realmente ha habido genuina conversión... es decir, una obra regeneradora del Espíritu de Dios, convenciendo de pecado y dando fe salvadora.  Si no es el Espíritu de Dios quien salva, no hay salvación; lo que hay sólo es religiosidad que usualmente desvanece muy pronto.  A veces ocurre -y como ministro cristiano he visto ésto pasar en demasiadas ocasiones- que el "estilo" de tratar el asunto de conversión, etc., tiende a dar más énfasis en los esfuerzos del presunto penitente que en la obra soberana de Dios de dar la fe y el arrepentimiento.

 Esta mañana veía yo un anuncio -una especie de cartelón- que le informaba al lector que "dejara que Cristo obrara en él". Cuando a personas se les convence de que es uno quien tiene que dejar que Dios obre, etc., el resultado es que la persona "hace" lo que le recomendaron; luego se le asegura que "ahora tiene a Cristo"; sin embargo, si no fue Dios quien obró desde el principio, no ha habido una obra salvadora, pues la salvación viene de arriba: Cristo le dijo a Nicodemo que era necesario "nacer de arriba"... es obra de Dios.

 A menudo he visto lo que finalmente y generalmente da fe de ser no más que oportunismo religioso de parte de quienes le aseguran a los oyentes que si hacen tal y cual cosa... si dejan que Cristo les salve, pues, serán salvos.  Es triste verlo, pues muchas de tales personas luego critican -y con cierto grado de razón- a quienes les guiaron en tales pasos, diciendo que son hipócritas todos los evangélicos, etc., etc.  Ésto, debido a que como a ellos se les aseguró que son "cristianos" a pesar de que ellos saben a ciencia cierta en su propio ser que ningún cambio ha habido... saben que están igual que antes... piensan que toda otra persona que profesa conocer a Cristo está en las mismas que ellos.  Y, tiene sentido el hecho de que piensen así, pues son uno(a) más en ese proceso "mecánico" de producir "hijos convertidos" que en tantos de ellos realmente nada fue.

 Cuál sea el caso de su esposo, no lo sé, se lo aseguro.  Pero, podría ser el caso de que Dios no haya obrado vida espiritual en él... y, si ese es realmente el caso, su aversión a reunirse sería de lo más natural.  Es mejor tratar con el alma de una persona en la condición que está, honestamente admitiendo la realidad que estar asumiendo otra cosa, y esparando lo que en verdad no puede dar, espiritualmente hablando.

 Ahora bien, asumamos que su esposo realmente fue salvado por obra e intervención divina -es la única manera de ser salvo pues sólo así es "salvación por gracia"- habiéndole Dios dado fe para creer.  En ese caso, las Escrituras son muy claras cuando en Hebreos 10:25 dicen que "no hemos de dejar de congregarnos como otros tienen por costumbre".  Cuando leemos Efesios 4, en especial la porción que detalla cuál es la meta de la función de los "pastores maestros" en la vida del creyente, vemos que Dios requiere -no meramente recomienda- que cada hijo suyo crezca en espíritu teniendo como modelo perfecto al varón perfect, Cristo Jesús.  2 Pedro 3:10- es bastante claro en cuanto a la manera de vivir de todo cristiano... "en pías y santas conversaciones" y, para llegar a ello, es necesario la congregación de los santos.

 Ahora bien, también estoy consciente de que demasiadas iglesias ya no son lugares en donde se congregan en el temor de Dios... muchas veces son más como un centro social, y muchas cosas ocurren al estilo carnal en vez del espiritual.  Hay muchas iglesias donde yo no podría participar como miembro por la sencilla razón de que la Palabra de Dios no es enseñada allí en toda su verdad, etc.  

 Esto es algo un tanto complicado para explicar, por lo que no ofrezco más detalle.  Pero, lo digo porque a veces hay genuinos cristianos en su infancia espiritual a quienes les chocan muchas cosas en tantas iglesias hoy día... la evidente falta de seriedad espiritual y temor a Dios, el bullicio en la música y otras tantas cosas que realmente son desorden.  Hace muchísimos años que algunos siervos de Dios, muy maduros en su formación espiritual -muchos de ellos siendo pastores- vienen señalando que la porción de genuinos cristianos en cualquier iglesia evanglélica hoy día es sumamente baja... a veces tan baja como un 10 al 15%.  Mi experiencia como pastor de muchos años me ha confirmado esta triste realidad... aveces he llegado a pensar que en algunas iglesias locales son muchos menos.

 Con todo y eso, un genuino cristiano es requerido por Dios que se congregue con otros santos para ser instruído en la Palabra. Y cuando no hay dónde recibir fiel instrucción en la Palabra, la cosa se complica, y muchos creyentes asisten a la iglesia más cercana, a veces muy incómodos -y a veces sin saber el porqué de su falta de gozo y su insatisfacción espiritual.

 Es de suma importancia que ambos caminen ante el Señor en el temor de Dios.  Asumiendo que en verdad fue el Espíritu de Dios que obró en ustedes, le recomiendo que hable con su marido a ver si él estaría dispuesto a leer la Biblia con usted y a orar juntos.  Estimúlele a él a tomar el liderato espiritual en la familia, ya que es al varón a quien Dios le reclama este deber, y no a la esposa.  Anímele a él a aprender del ejemplo de Abraham, en Génesis 18:19.  Tal vez así, poco a poco, se anime a acompañarla a la iglesia donde Ud. va, o tal vez a otra que fuera del agrado de ambos.  Ya que usted tiene computadora, -y asumiendo que su PC tiene tarjeta de sonido- podría escuchar himnos de nuestro sitio, y cantar juntos la letra ofrecida en cada página como si fuera un himnario.  Esto lo podrían hacer junto a la lectura de la Palabra y la oración entre ambos.  

 Nuestra música está en http://alabanzayadoracion.com.  Al sugerirle esto último, estoy asumiendo que usted, como esposa, sabe cuál sea el orden divino para la familia y que usted en realidad desearía que su esposo lleve ese liderato espiritual.  La Biblia enseña que el esposo es cabeza de la mujer, significando su responsabilidad y liderato dado por Dios.

 Una esposa temorosa de Dios y sabia nunca deberá asumir el liderato sobre su esposo aun cuando su propia vida espiritual es más madura que la de su marido.  Sabrá cómo sugerir, traer a la luz los principios bíblicos con el fin de que él los vea, estudie y aplique en su vida.  Es evidente que usted manifiesta más celo por las cosas de Dios, en particular tocante a la iglesia local, y estaremos orando a Dios que le conceda ser de excelente ayuda (ayuda idonea) a su esposo en lo ya expresado.

 Hay tantas otras cosas que podría decirle, pero pienso que con este poquito le da para comenzar.  Medite bien cada expresión aquí escrita, de tal manera que llegue a comprender qué es lo que le estoy tratando de decir.  Oro a Dios que conceda de su gracia en la vida suya y la de su marido, ayudándoles a buscar de veras del Señor y a andar juntos en Sus caminos.

 Gracias, nuevamente, por escribir.  Espero que haya sido de alguna ayuda, y estaré en espera de cualquier respuesta suya con noticias favorables en torno a esta necesidad en su hogar. Dios la ayude y bendiga es mi sincera oración.

Pregunta:  ¿Debemos hacernos llamar siervos de Dios, o amígos de Dios?  Plei** - Puerto Rico

Respuesta:
 Aunque la Biblia nos enseña que a "todos los que le recibieron (creyeron en Cristo) dioles potestad -o el derecho- de ser llamados hijos de Dios", ese término "hijo" no es sino uno de los variados nombres usados para describir la relación entre Dios y los suyos.  "Siervos" y "amigos" también son usados con dicho fin.
En Santiago 2:23 leemos:  "Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios y le fue contado para justicia, y fue llamado amigo de Dios".  También leemos en Exodo 33 de la manera en que Dios hablaba con Moisés como suelen los compañeros "amigos).  En el caso de Abraham, creo que hay varias cosas importantes que debemos notar.
En primer lugar, de Abraham Cristo dijo: "Abraham vio mi día, y se gozó" (Juan 8:56).  Génesis 18:18-19 describe cómo Dios le revelaría a Abraham lo que habría de hacer, ya que sabía que era un hombre que guiaba a su familia en los caminos de Dios. Estos dos detalles sobre la vida de Abraham muestran algo muy importante acerca de su carácter, su espíritu, su amor a Dios. Había verdadero amor.  Es cierto que era hombre, que también pecó... pero, también era un hombre que se gozaba en su espíritu por causa de su comunión con Dios.
Ahí vemos una cualidad espiritual digna de imitar, a saber: que andemos tan cerca de Dios y tan empeñados en obedecerle y hacer su voluntad que, al mirarnos, pueda llamarnos "su amigo, su amiga".  Abraham creía en Dios... le obedecía; y la pregunta, pues, para nosotros es:  "¿creemos en Dios, su Palabra... le obedecemos sobra todas las cosas... le amamos de todo corazón?  Ahí, ciertamente, hay un gran reto.
Consideremos por un momento el término "siervo".  El mismo libro de Santiago comienza así:  "Santiago (Jacobo), siervo de Dios y del Señor Jesucristo".  Pablo se identificaba de la misma manera, ejemplo de ello visto en Tito 1:1, que dice:  "Pablo, siervo y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento pleno de la verdad..."  Aunque Pablo usó más de su identificación como apóstol de Jesucristo, no dejó de recordarle a los hermanos en las diversas iglesias que también era "siervo".
Como dice el nombre, un "siervo" es uno que "sirve", que hace la voluntad de aquel de quien asegura es siervo.  Hay gran peligro en usar indiscriminadamente este calificativo -así como los otros de similar significado- sin que guarde relación directa con el significado verdadero del término.  Un "siervo" de Jesucristo es, en el verdadero sentido de la Palabra, uno que sirve a Dios con humilde y sencilla obediencia.  Sin embargo, vemos como éste y tantos otros términos son usados meramente para dirigirse a una persona religiosa, evangélica, etc., sin ninguna relación al testimonio que pueda o no tener como cristiano.  Similar uso le dan muchas personas al término "varón".  Se ha convertido en una palabra de tan común uso que en verdad no significa ya nada más que una forma de decir "señor fulano de tal".
Igual sucede con el uso tan superficial que se le da al término "hermano".  Hoy día se le llama "hermano(a)" a cualquiera que entra por la puerta de una iglesia o que lleva una Biblia en la mano, sin importar si es un genuino creyente o no.  En las calles se pasan pidiendo limosnas y donaciones para obras "religiosas" a todo conductor de vehículo o transeunte... y a todos le dicen "Dios le bendiga, hermano... varón," etc., sin que siquiera medie algún conocimiento de que la persona sea de veras un creyente. Es evidencia de la superficialidad que ha venido a caracterizar mucho de lo que hoy se llama cristianismo.  Y es un pobre y triste testimonio de lo que es el verdadero cristianismo.
No huyamos del uso de términos legítimos que identifiquen una vida que anda en comunión verdadera con Dios.  Por otro lado, cuidémonos del uso impropio, indiscriminado de dichos términos para referirnos a todo religioso con quien nos encontremos.  De lo contrario, no hay duda de que en muchas ocasiones estaremos llamando "hijos", "hermanos", "siervos", "varones", etc., de Dios sin que de verdad lo sean; y de ello daremos cuenta a Dios.



Pregunta: Oren por mí... tengo cadenas que me atormentan, mas, quiero vivir en santidad.      J. C. - Colombia

Respuesta:  Aunque las primeras palabras de J. C. expresan una sincera solicitud de oración a su favor, entendemos que abren una preciosa oportunidad para varios comentarios sobre su problema a la luz de la Biblia, la Palabra de Dios.

 En la Biblia hallamos muchas expresiones que revelan la realidad de la lucha contra el pecado que experimenta todo hijo de Dios. Tres casos son claros ejemplos de ello, a saber, el salmista David, el profeta Elías y el apóstol Pablo. Veamos el primero.

 David era un humano pecador, como todos nosotros.  La Biblia nos enseña que el pecado alcanzó a todos los hombres (vea Romanos 5, en especial del v. 12 en adelante).  Luego de caer en fornicación y "asesinato" -fue él quien orquestó la muerte del marido de la mujer con quien adulteró- el Salmo 51 revela cómo "su pecado estaba siempre ante él"; es decir, su conciencia y/o espíritu no lo dejaban de "atacar" a causa de su pecado.  Él confesó su pecado... admitió su triste condición ("reconozco mis delitos, y mi pecado está siempre delante de mí" Salmo 51:3). Le rogó a Dios, "límpiame de mi pecado" (v. 2).

 Le invitamos a leer ese Salmo 51 en su totalidad.  Es el modelo contundente de las características de un verdadero penitente ante la realidad de su pecado.  La clave para la victoria consiste basicamente de dos aspectos, a saber:  1. la admisión de la condición pecaminosa, y  2. la confesión de dicho pecado a Dios. El resultado siempre será que Dios perdonará y limpiará y dará la victoria.

 En el segundo ejemplo, a saber, el profeta Elías, se nos dice en Santiago 5:17 que él era "hombre de sentimientos (pasiones) semejantes a los nuestros", para luego decir que "oró con gran fervor para que no lloviera", y... ¡no llovió! Dios le oyó.  El hecho de que fuera un ser humano con pasiones humanas no significaba que no pudiese acercarse a Dios.  Claro está, ahí no se nos está diciendo que andaba activamente en pecado.  Es una afirmación de su condición como persona.

 Todo pecador que llega a conocer la gracia de Dios goza de su favor y bendición. Sigue siendo pecador... pero, un pecadorsalvo por gracia. ¡Cuán glorioso!

 Y en el tercer ejemplo, el del apóstol Pablo, se nos revela en Romanos 7 que él también luchaba con pecado que "estaba en su carne".  Recomendamos que lea ese capítulo completo.  Algunos teólogos debaten si sus palabras se refieren al tiempo antes de su conversión o a su diario vivir.  Nos parece que lo último sea el caso, ya que en otra ocasión el mismo apóstol aseguró que de "los pecadores, soy el primero" (1 Timoteo 1:15).  No quiere decir que andaba activamnte pecando, sino que es una admisión de su condición natural como humano.  Note que tampoco dijo, "fui el primero", sino "soy". 

 Es un hecho innegable -nuestra propia experiencia espiritual así lo afirma diariamente- que en nuestra carne hay pecado. Siempre habrá hasta que entremos a la presencia de Cristo.  Mientras tanto, Dios mantiene accesible a nosotros su "trono de gracia" en donde podemos hallar "misericordia y el oportuno socorro" (Hebreos 4:14-16).



Pregunta:  Tengo 26 años, soy cristiano hace 1 año; Tengo mi pareja hace 7 años (ella también es cristiana).  No convivimos, pero, la tentación del sexo es muy grande (antes de recibir a Cristo ambos éramos sexualmente activos); decidimos ya no tener relaciones porque sabemos que va contra los mandatos del Señor.  Hemos intentato la oración, consejeria y nos fue muy bien;  pero estas últimas semanas la tentación ha crecido muy fuertemente.  ¿Qué haremos?  Ayúdenos con sus consejos bíblicos, espirituales.   J. A. V. - Perú

Respuesta:  
G
racias por tu email que nos comunica una muy seria y fuerte prueba en tu vida; gracias por la confianza que has mostrado al comunicar tan delicada situación.  Me alegro que estuviste en nuestro sitio, VGC, y espero que sigas entrando no sólo ahí, sino a los demás sitios que mantenemos en el internet.

 Bueno, J..., por lo que veo, ésta es una situación por la que pasan muchas personas, sólo que ustedes profesan conocer a Cristo, por lo que han estado acudiendo a él para su ayuda.  Por lo que dices arriba, tengo la impresión de que aunque "no conviven", esa actividad íntima de muchos años ha sido sólo entre ustedes dos, ¿no?  ¿O te refieres a promiscuidad con otras personas?  En todo caso, el pecado sería igual y la solución en Cristo también.  Me explico...

 Sea con quien sea, la intimidad sexual es pecado fuera del matrimonio, no importa con quien sea.  Llámese fornicación o adulterio, -sexualmente, lo mismo... la diferencia estriba en las personas envueltas y contra quién se está violando la confianza e intimidad- Dios en su misericordia perdona a todos cuantos confiesan su pecado y se apartan.  Es la promesa que nos da en su Palabra.

 Ahora bien, por lo que veo, al decirme que no conviven, me suena a que por las razones que sean, no han querido "formalizar" matrimonio el uno con el otro.  No sé si se trata de problemas financieros, etc., pero, lo que expresas realmente me motiva a aconsejarte así: ya que "ante Dios se casaron hace tiempo", ¿porque de una vez no cumplen los estatutos de tu país, y se casan legalmente?  La Biblia enseña que con quien uno se une (sexualmente), ahí ya hay "una carne".  Es decir, ustedes ya formaron esa "una carne" hace tiempo, y al mantenerse separados por no tener el beneficio legal del estado, están en una situación difícil.  Es virtualmente como si un esposo y su esposa dejaran a un lado su intimidad luego de años de disfrutarla.  ¡Eso sería muy anormal, peligroso!  De hecho, abre la puerta a la tentación y el pecado.

 Me aseguras, virtualmente, que, en efecto, están mirando hacia el altar.  Espero que eso sea algo que esté muy cercano por ocurrir.  Si ustedes estuvieran aquí, yo -como ministro que soy- les recomendaría el casamiento enseguida, ya sea ante un juez o ante un ministro.

 Jovenes, hoy casados -a quienes yo tuve el gozo de unirlos en matrimonio- recuerdan que cuando eran novios, yo les daba consejos privados, aparte de la enseñanzas desde el púlpito, y les decía que "no le abrieran la puerta de la jaula al tigre, pues la más mínima apertura cedería ante tal fuerza". Ellos me entendían, ya que la alusión era hacia la pasíon sexual de la carne que es -aparte de algo muy deseable, precioso y placentero- algo de sumo poder.  

 Dios enseña en su Palabra que marido y mujer no han de negarse el uno al otro (se refiere a la intimidad sexual) sin mutuo consentimiento, y que sólo sea ésto por causa de estarse dando a la oración por largos días.  Dice Pablo en 1 Corintios 7:5 - "No os privéis el uno del otro, a no ser por algún tiempo de común acuerdo, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia."

 Eso no significa que la intimidad es mala, vista desde el punto de la oración, sino más bien, que cuando un cristiano intenta darse a un tiempo extendido de oración, debe tener un acuerdo con su cónyuge en cuanto al "detente" de relaciones durante ese breve tiempo, despúes del cual han de "juntarse en uno otra vez"; y, eso se aconseja por causa del peligro de la fornicación así como la realidad de la necesidad de dicha intimidad.

 Ante esa realidad, ya ves porqué te digo que, habiendo disfrutado ambos de lo que sólo les corresponde dentro del marco del matrimonio, es una anomalía que sigan esperando tanto tiempo -habiendo decidido ante Dios no seguir con esa intimidad- hasta casarse. Realmente, están "jugando con gasolina y fuego".

 Es admirable su deseo de querer agradar a Dios, y de respetarse el uno al otro en estas cosas.  Mas, dado el caso de la realidad de tal intimidad extendida y del hecho de que en realidad ésto los constituyó como "hombre y mujer" ante Dios, entiendo que lo indicado es que se casen legalmente a la brevedad posible.

 Una vez esto acontezca, será necesario que busquen MUCHO de Dios... que mantengan comunión con él así como "el uno con el otro".  El pecado en que se ha vivido en el pasado tiende a buscar su manera de salir a flote años después mediante sentimientos variados que a muchos les trae grandes dolores de corazón.  Sabiendo que la gracia de Dios es grande, y el perdón por la sangre completa y eficaz, tienen, cuanto menos, un buen fundamento sobre el cual procurar edificar de manera derecha, vertical sus vidas.

 Lo que Dios perdona, por nosotros haberlo confesado y puesto a un lado, queda perdonado... de eso no hay duda.  Mas, el pecado aún está presente en nuestra carne.  Las victorias de ayer y hoy no necesariamente se traducirán en victorias mañana a no ser que Dios y su Palabra sean realmente el centro de sus vidas y futuro hogar, que espero ocurra muy pronto.

 Deberá ser difícil evitar hasta la "intimidad superficial", tal como abrazos y besos de amor, que siempre acaban siendo sensuales. En ello no hay nada malo, pues es parte de esa preciosa condición en que Dios nos creó, varón y hembra.  Mas, habiendo ya sido tales caricias sensuales parte de sus años juntos en el pasado, no veo cómo podrán evitar llegar a la plena intimidad si dan lugar a lo pequeño que es su antesala.

 Podría aconsejarte mucho más, pero creo que estas líneas tienen suficiente carne espiritual como para brindarles dirección espiritual.  Está de la parte de ustedes poner en práctica aquello que a Dios agrada.  Cuando sea el momento del casamiento legal, me encantaría recibir unas breves líneas al efecto.

 Sin nada más por ahora, dándote las gracias una vez más por tu visita, por tu confianza de compartir tu inquietud y buscar consejo espiritual, y orando a Dios que les conceda sabiduría ante estas pruebas en sus vidas, quedo, cordialmente en Cristo.

* * * * *

 Resultado: Nos fue muy grato recibir de esté varón [arriba] las siguientes palabras, varias semanas después de nuestra carta personal a él con la respuesta a su preocupación:  "Gracias, pastor D. M. S. y a VGC ya que su respuesta me ayudó mucho a pensar las cosas y hemos decidido, mi pareja y yo, casarnos aproximadamente en un año y medio, ya que posiblemente viaje por un año al interior del pais para trabajar.  Y sé que durante ese tiempo se fortalecerá nuestra relación.  Gracias, nuevamente y muchas bendiciones les desea, de todo corazón, JAV."

 ¡Qué más podemos decir a esto sino "¡A Dios sea la gloria!"


Pregunta:  Siempre tuve en mi mente la intencion de al morirme, dar mis organos internos para que fuesen usados por otros, ya que yo pensaba que la carne era eso y nada mas y, como yo no la necesitaria, sería una buena obra; sin embargo, haciendo el comentario en mi hogar, han surgido muchas diferencias al respecto, me dijieron que esto no era bueno ante los ojos de Dios (que Dios nos levantaria en carne).  Me gustaria me aclararan esta inquietud.         R. E. T. - Chile

Respuesta:  En ésto, Ud. toca en un tema de esos en donde la Biblia, realmente, no habla de manera específica, detallada, al menos hasta donde mis años de predicarla me han permitido conocerla.  Son tantas y tantas las cosas que la Biblia no contempló en lo específico, a pesar de que los principios generales de la Palabra sí tienen aplicabilidad en toda nuestra vida.  Y este asunto de "donar partes del cuerpo" ciertamente es un área particular en donde nada se dijo con referencia directa, específica.  

 La donación de órganos del cuerpo nos ha llegado debido a los adelantos en las ciencias médicas modernas.  Es interesante notar, sin embargo, que cuando Pablo le escribió a los cristianos en Galacia, les dijo: "... os doy testimonio de que, de ser posible, os hubieráis sacado vuestros propios ojos para dármelos".  Creo que una deducción honesta de dichas palabras sería ésta:  De haber sido posible tal donación de órganos (sus ojos), la hubiera aceptado.  Sin embargo, hay varias consideraciones que tal vez puedan ayudar a dar un poco de luz sobre el asunto, aparte de estas palabras del apóstol.

 Primero, la Biblia enseña que cuando el cuerpo muere, regresa al polvo.  Sabemos que así ocurre; no hay duda de ello.  En el primer libro de la Biblia, Génesis, Dios decretó al hombre que por causa de su desobediencia y pecado, sucedería así:  "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, a al polvo volverás" (3:19).  Nadie negaría que a través del tiempo todo órgano del cuerpo se deshace totalmente, yendo sus moléculas a mezclarse con la tierra circundante a tal extremo que sus componentes químicos entran en el proceso de la alimentación de las plantas, animales, etc., y por ende, llegando a entrar al mismo ser humano que come de dichas plantas y carne.

 Siendo así, veo muy difícil que se argumente en contra de la "donación" debido a que los órganos estarían en otro cuerpo, sitio, etc., en el momento de la venida de Cristo.  Quienes han muerto en Cristo, habiendo perdido un brazo o pierna, etc., en alguna otra parte del mundo no tienen que preocuparse porque esas piezas estén muy distantes la una de la otra.  Y aunque la Biblia no especifica en tanto detalle tales aspectos como la separación de los miembros del cuerpo a gran distancia el uno del otro, leemos estas palabras en Job 19:26 - "Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver de nuevo a Dios".

 También leemos en 1 Corintios 13:3 - "...y si entregase mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve".  En ambos casos, el que el cuerpo sea "deshecho" y/o "quemado", en nada impedirán tales desenlaces que una vez más uno esté ante Dios... Pablo también declara que estará presente al Señor cuando su cuerpo muera (2 Corintios 5:1-6).

 En la resurrección, el cuerpo será renovado en perfección no importa a dónde hayan ido a parar sus partes, sus elementos químicos, etc.  De hecho, es de conocimiento común que los que mueren en el mar probablemente sean consumidos sus cuerpos por distintas especies marinas; no dudo por un solo segundo que todos hayamos comido pescado en cuya formación química hayan entrado moléculas que una vez fueron parte de un ser humano.

 Y si de tales circunstancias de muerte Dios tiene el poder para restaurar los cuerpos en la resurrección, no hay porqué preocuparse de que "porque un órgano interno nuestro llegue a estar en el cuerpo de otra persona" impida la futura restauración de nuestro cuerpo en ese día final de la resurrección.

 En resumidas cuentas, hemos señalado dos cosas muy ciertas, muy reales:

1. Toda molécula del cuerpo volverá al polvo luego de la muerte.

2. Todo cuerpo será resucitado en el día final y restaurado a cómo era, unos para pasar al castigo eterno y otros a la presencia de Cristo.

3. Dicha resurrección ocurrirá así no importa a dónde hayan ido a parar las partes y moleculas que una vez constituyeron ese cuerpo, pues la realidad de la resurrección no depende de qué pasó con las partes del cuerpo sino con el poder de Aquel que resucita a los muertos, Aquel que saca del polvo todo cuerpo que allí llegó a través de la muerte, nuestro Señor Jesucristo.

 Me parece, mi hermana, que estas consideraciones son suficientes como para echar a un lado cualquier temor de que la "donación de órganos luego de la muerte" pueda en alguna manera incidir negativamente en la final resurrección, completa, de nuestros cuerpos.  Es decir, por el lado "físico, químico", no vemos ningún impedimento a la obra perfecta de Dios en ese día glorioso.

 Por el otro lado, el que sea "malo o no" tendría que basarse en alguna enseñanza, clara o implicada, de las Escrituras.  En realidad, no veo que haya tal prohibición por lo que realmente es algo que obedecerá a las convicciones personales de cada cual según Dios les dé luz.  Es asunto -según podemos, con gran honestidad, entender las Escrituras- de criterio personal, no de principios bíblicos.

 Esperamos haberla ayudado en algo.  Siga visitando nuestros sitios y leyendo el material bíblico que allí presentamos.  Tiene como meta la comunicación de la Palabra de Dios a fin de que pecadores conozcan su necesidad de Cristo y que los que ya somos hijos de Dios crezcamos en perfecta santidad ante Dios.


Pregunta:   ¿De dónde viene la palabra ministrar... qué significa? ¿En dónde en la Biblia la podemos encontrar? A. R. - Guatemala

Respuesta:  Estimada ____: Reciba un cordial saludo en nombre de Cristo. ¡Qué bueno que nos visitó en la web... gracias por su email y pregunta!

 Nos pregunta sobre el término "ministrar", su origen y su significado. Habrá notado que usé -a propósito- dicho término arriba. La palabra raiz -en el griego- no es otra que la misma que a veces se traduce "servir", o más sencillamente, "diácono".

 Dependiendo de la traducción de la Biblia que lea, se traducirá "servir" o "ministrar", ya que trata de lo mismo. Me imagino que la palabra "diácono" le suena un tanto familiar, ¿no?

 Si consideramos el uso del término en el Antiguo Testamento, veremos que se relacionaba principalmente con el oficio de los sacerdotes ante Dios.

 En 2 Crónicas 13:10 leemos: "Mas en cuanto a nosotros, Jehová es nuestro Dios, y no le hemos dejado; y los sacerdotes que ministran delante de Jehová son los hijos de Aarón, y los que están en la obra son los levitas."

 Varios textos en el libro de Éxodo leen así: "Las vestiduras del servicio para ministrar en el santuario, las sagradas vestiduras de Aarón el sacerdote..." (36:19). "Del azul, púrpura y carmesí hicieron las vestiduras del ministerio para ministrar en el santuario, y así mismo hicieron las vestiduras sagradas para Aarón, como Jehová lo había mandado a Moisés..."; "...para ministrar, como Jehová lo mandó a Moisés" (39:1,26).

 En Números 8:15 leemos: "Después de esto vendrán los levitas a ministrar en el tabernáculo de reunión; serán purificados, y los ofrecerás en ofrenda." En Deuteronomio 18:7 se nos dice: "Ministrará en el nombre de Jehová su Dios, como todos sus hermanos los levitas que están establecidos allí delante de Jehová".

 En la muy conocida historia sobre Samuel, nos dice la Palabra de Dios en 1 Samuel 2:11: " Y Elcana se volvió a su casa en Ramá; y el niño (Samuel) ministraba a Jehová delante del Sacerdote Elí". Un poco más adelante, nos dice el 3:1 así: "El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia."

 Vemos, pues, en estos casos del Antiguo Testamento, que el "servicio" ofrecido envolvía, más que nada, la atención a todo el ritual que Dios ordenó se hiciera ante él.

 Llegando al Nuevo Testamento, leemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles: "Mientras estaban éstos celebrando el culto del Señor (otra traducción dice: "Mientras ministraban al Señor"), y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la cual los he llamado" (13:2).

 En Romanos 15, leemos en tres textos por separado: "...para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda, santificada por el Espíritu Santo". "Mas ahora voy a Jerusalén para el servicio de (ministrar a) los santos". "Pues les pareció bien, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos servirles (ministarles) con sus bienes temporales" (15:16, 25, 27).

 Finalmente, en 1 Pedro 4 leemos así: "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, que hable como si fuesen palabras de Dios; si alguno ministra, que lo haga en virtud de la fuerza que Dios suministra, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos" (4:10, 11). A eso decimos, ¡amén y amén!

 Ya no de fuentes "inspiradas divinamente", sino de esas herramientas de estudio que llamamos "Léxico Analítico Griego" (una especie de diccionario en griego -el idioma original del Nuevo Testamento), le ofrecemos varias "definiciones" o usos de variantes del término griego "diakonos". A saber: 1. Uno que brinda un servicio a otro; 2. Uno que asiste; 3. Un siervo; 4. Uno que lleva a cabo algo que se le ha ordenado; 5. Un ministro o predicador ordenado a tal servicio; 6. Un ministro con el deber de anunciar una sentencia; 7. Un seguidor o servidor devoto; 8. Un encargado de sobrevelar el servicio de beneficencia en la iglesia; y otras similares.

 Si algo se desprende de todos estos textos de ambos Testamentos es que "ministrar" no es tanto un "oficio" sino una función de servir a otros. Aun en los gobiernos humanos se acostumbra usar el término "Ministro" para quien dirige una dependencia de gran importancia. Se acostumbra usar el término "ministro de Dios" para describir a los que somos llamados al servicio o "ministerio" de la Palabra de Dios.

 En ese sentido, es un uso correcto. La tendencia humana -y de ésto no quepa duda alguna- es olvidar, poco a poco, la necesidad que dio lugar al "ministerio", quedando luego sólo el título, la autoridad, pero poco o nada de la entrega de uno mismo al servicio de otros. Y en particular, ésto es visto a menudo en las iglesias cristianas, donde muchos ven en el "ministerio" una profesión a ejercerse en vez de un servicio al Señor a desempeñar. De hecho, los ministros hasta llegan a asumir el título de "reverendo", cosa tan deplorable ya que sólo Uno es de reverenciar, y ése es nuestro Señor Jesucristo.

 Ya leímos en varios textos que "ministrar" a los santos en las iglesias no era otra cosa que "servirles", atenderles en toda necesidad, particularmente la espiritual. Si recordamos cómo fue que sugió ese primer grupo de varones consagrados al servicio material de las viudas en la iglesia en Jerusalén (sobre ello pueden leer en Hechos 6:1-7), notaremos que la necesidad específica era la "servir" o "ministrar" a un grupo particular de personas necesitadas allí.

 Cuántas veces no vemos, hoy día, cómo en tantas iglesias los diáconos son una especia de junta de directores de los asuntos de la iglesia, en vez de ser personas llamadas a un"servicio" particular en su iglesia debido a que la congregación reconoció en ellos un vibrante testimonio de humilde servicio a los hermanos así como de obediencia y dedicación al Señor de la iglesia, Jesucristo. He conocido muchos casos en donde esa dichosa "junta de diáconos" se atribuye el poder de "contratar" a un pastor o de "despedirlo" de sus labores. Tal conducta de los diáconos en las iglesias es deplorable, totalmente censurable ante Dios.

 La Cabeza de la iglesia, Cristo, soberanamente designa -usando los medios ya provistos en Su Palabra- a quienes han de servirle como "ministros" de la grey. Es él quien pone y quita, quien premia y disciplina. También es él quien ha determinado que en una iglesia haya "diáconos", cuando los creyentes miembros de dicha iglesia perciben, mediante el testimonio de tal o cual persona, que Dios ha dotado al tal con un espíritu amoroso de servicio a sus hermanos. Es decir, el factor determinante -aparte de lo más básico, claro está, que es la verdadera conversión a Cristo- en todo ésto es que tanto el ministro o pastor, así como cualquier diácono o diaconisa (sí, también puede haber diaconisas con el fin de brindar ayuda espiritual entre las mujeres) ha de ser conocido, primero, por su espiritualidad genuina y su espíritu entregado al total servicio de la iglesia Señor, es decir, a los creyentes que componen dicha iglesia local.

 ¡Ni hablemos de los muchos que "se sirven" de la iglesia! Para los tales sólo les espera la ira de Dios. Cristo mismo dijo que vino para servir y no para ser servido. Así hemos de ser todos cuantos Dios nos llama a servirle. El que un pastor legítimo cuente con la provisión material de Dios a través de los miembros de una iglesia local es otra cosa... eso es legítimo.

 Por tanto, podemos afirmar que el término "ministrar" es uno muy legítimo en el funcionamiento bíblico de la iglesia de Cristo. Cuando tenemos que usar gran sabiduría y discernimiento es en el momento de llamar al "ministerio" -ya sea pastoral o como diácono- o al medir cuán fieles al llamado de "servir" al Señor son aquellos que pretenden ministrarnos en el nombre del Señor. Si la regla con la cual se mide es la Escritura solamente, y si quienes que miden lo hacen con un corazón humilde y temeroso de Dios, no hay porqué dudar que Dios no haya de ayudar a tales iglesias y bendecirles según él dispone.

 No podemos cerrar esta respuesta sin hacer una muy importante observación, a saber: que Dios también dispone u "ordena" que los creyentes que reciben "el ministerio o servicio" de la Palabra de parte de fieles maestros de Dios, aquellos que son "instruídos en la Palabra", también han de comunicarles de toda cosa buena (Gálatas 6:6).

 En buen castellano, eso quiere decir que el ministro verdadero de Dios, aunque por nada del mundo ha de ver su "servicio o ministerio" como fuente de ganacias materiales, por otro lado ha de esperar que los santos bajo su cuidado y "ministerio" sí han de proveerle aquellos bienes materiales necesarios para que en lugar de verse en la necesidad de empleo secular con tal de alimentar a su familia, cuente con dicha provisión a través de las manos y corazones de una iglesia fiel al Señor y obediente en cuanto a su provisión material para su (o sus) pastores.

 Esa provisión podrá tomar muchas avenidas distintas, tales como un sueldo adecuado, o la provisión de un techo donde cobijar a su familia, o la dadivosidad con "materia prima" de parte de aquellos que siembran y cosechan la tierra. ¡Plátanos, papas, legumbres, etc., provistos no hay que comprarlos! No hay que alquilar casa si la iglesia posee una con tales fnes. En fin, son "mil" las situaciones variadas que cada iglesia local vive; mas, es uno el mandamiento, a saber: 1. Que los pastores y diáconos "sirvan, ministren" en el nombre del Señor y en su temor; 2. Que la iglesia sea responsiva y obediente en su deber hacia quienes verdaderamente en el nombre del Señor les instruyen.

 ¡Sólo así el nombre del Señor recibirá la gloria y el honor que merece de todo ser humano!

  Espero, hna. ____, que estas líneas le sean de ayuda. Gracias, una vez más, por habernos visitado y por habernos enviado su pregunta. Dios le bendiga, guarde y haga que crezca en su gracia. Sin nada más por el momento, quedo

Cordialmente en Cristo,

David S.


Pregunta:   Soy pastor; me gustaria pedir información acerca de ¿qué es lo que más conviene hablar a un recien convertido?   J. T. C. - México

Respuesta:  Su pregunta es muy buena, muy importante. Me dice tal pregunta que Ud. se interesa en guiar a los nuevos creyentes en un sendero espiritual correcto. ¡Qué bueno! Así debería sentir todo verdadero creyente en Cristo, y muy en especial, quien es pastor de las ovejas de Cristo.

 Sobre el tema podría escribirle unos cuantos consejos, en parte porque Dios me ha dado ya casi 40 años en su viña, unos 33 de ellos como pastor, misionero y evangelista. Aún sigo creciendo y aprendiendo, por lo que sólo le hablaré desde el punto de vista de uno que aún sigue a su Maestro eterno, procurando obedecerle en todo.

 Uno de los grandes errores que he visto a través de los años -en cuanto al tema a la mano- es que se clasifica a un nuevo creyente como si fuera una categoría o clase aparte de otros creyentes no "tan recién nacidos". Dejando a un lado los argumentos mil y justificaciones para todo tipo de "embeleco" (aquí en PR eso significa "cosa inventada...), si tomamos el ejemplo bíblico -¡y qué ejemplos preciosos tenemos en el libro de los Hechos, así como otras epístolas también!- vemos que los cristianos no estaban divididos en tales categorías espirituales. No había una "clase o cursillo para cristianos maduros", otra para "recién convertidos", etc., etc. ¿Se ve eso en Mexico? Aquí se ve en muchísimas iglesias. En los EE.UU. también.

 Los seres humanos estamos divididos, ante Dios, en dos clases principales, a saber: 1. Pecadores; 2. Pecadores salvos por la gracia de Dios. ¡Ya! A los pecadores se les ha de llevar la Palabra de Dios con tal de que oigan acerca de la realidad de su pecado así como el evangelio salvador en la sangre de Cristo. Esa misma Palabra, que fue vehículo para llevar vida a un pecador, vendrá a ser alimento a esos recién nacidos en Cristo.

 Una vez conversaba con un pastor quien me insistía en que el contenido de diversos libros de la Biblia no se podía enseñar sino a cristianos maduros. En dicho intercambio se mencionó la epístola de Pablo a los Efesios, y él me insistió fuertemente que ese no era un libro para recién convertidos. Tal es el pensamiento de quien no ha podido aprender del ejemplo dado en la Palabra de Dios. ¿Cómo sabría él determinar que los creyentes en Éfeso eran todos "ancianos en la fe", con mucho tiempo y madurez en Cristo? Es en realidad, un atrevimiento. Su oposición era, en realidad, a la doctrina de la gracia de Dios que con tanto lujo de detalle se describe en el capítulo 1 de Efesios-

 ¿A qué ejemplo me refiero? Al hecho de que en el caso de Éfeso era todo todo lo contrario; la mayoría de los creyentes en Éfeso eran todos nuevos cristianos. Sabemos, por la historia narrada en el libro de los Hechos de los Apóstoles, que la gran mayoría de los creyentes en esa región de Asia menor fueron el producto de las labores evangelizadoras de los Apóstoles, Pablo siendo el principal de ellos. Cuando él le escribió a sus "hijitos espirituales" tantos consejos de Dios, los más "ancianos en Cristo" no tenían tantos años de conocerle, y los recién convertidos seguro que eran muchísimos más.

 Consideremos la iglesia de Cristo desde su inicio público en el día de Pentecostés en adelante. Nunca leemos otra cosa que no sea que todo el consejo de Dios era dado a todos ellos en todo momento. ¿Recuerda cuando Pablo se encontró con los ancianos de la iglesia en Éfeso, en la ciudad puerto de Mileto? Les recuerda cómo, desde el primer día, no había cesado de enseñarles públicamente y por las casas "todo el consejo de Dios" (20:27). Y, decir "todo" es decir mucho, ¿no?

 Nada más tenemos que considerar cómo fueron surgiendo esas primeras iglesias en las distintas ciudades donde Pablo predicó durante sus varios viajes evangelizadores. En el caso de su primer viaje vemos que, tan pronto llegó a la ciudad "final" de dicho viaje, regresó en orden inverso a través de las mismas ciudades, reuniéndose con los creyentes y dejando entre ellos a "recién convertidos" que, por su visible madurez y aprovechamiento -aunque de poco tiempo- servirían como pastores, ancianos. No llevaban tanto tiempo desde su conversión... en algunos casos meras semanas... como mucho, varios meses. Eso es ser bien "recién nacidos", ¿no? ¡Tampoco eran estudiantes graduados de seminarios o colegios bíblicos! No eran más que pecadores, salvados por la gracia de Dios mediante la fe en Cristo, y, así, jovencitos en la fe, dieron muestras de su fe y amor a Cristo, y con eso bastó para que Pablo los dejara en el pastoreo o diaconado de esas iglesias. ¡Muy interesante! Pero algo que muchos, hoy en día, quisieran negar.

 Las epístolas fueron escritas por Pablo a creyentes jóvenes -no necesariamente en edad, sino como cristianos. Creo que el peso de la evidencia bíblica es muy evidente en el sentido de que a los creyentes nuevos se les ha de enseñar la misma Palabra de Dios que se le enseña a los demás. Es el Espíritu de Dios quien se encargará de tomar ese "alimento espiritual" y hacerlo adecuado a las necesidades individuales de cada creyente. De eso no tengo la más mínima duda. Estoy conciente de que "educadores profesionales", dentro de las iglesias, no estarán de acuerdo, ya que han sido entrenados en una filosofía educativa similar a la de las escuelas seculares. Pero, cada cual es responsable ante Dios por sí mismo. Y yo, como siervo de Dios, acepto el testimonio divino en el sentido de que el Espíritu de Dios es el Maestro. Y él sabe enseñar a todos los hijos de Dios aplicando la Palabra al corazón del oyente según su necesidad.

 Recuerde, mi hno., que Cristo le dijo a Pedro que "apacentara" -alimentara- a sus ovejas. Y esa es palabra para nosotros. Quien no puede recibir ni entender la Palabra eterna de Dios es el "hombre natural". El tal no ha nacido de nuevo. Por otro lado, el "espiritual" -que sólo significa que la obra del Espíritu de Dios es presente en esa vida- puede recibir y aprovechar el alimento espiritual si es que el "maestro" la está enseñando fielmente.

 Por largos años le he pedido a Dios que me libre de ser el estorbo principal al crecimiento de las ovejas del Señor que reciben de mí la Palabra. Lo digo así porque no tengo la menor duda de que uno de los más grandes estorbos al crecimiento espiritual de los "verdaderos convertidos a Cristo" es el estádo anémico espiritual de los maestros. Fíjese que si asumimos que tal o cual verdad es muy complicada, muy difícil para ser comprendida y asimilada espiritualmente por unos nuevos creyentes, el impedimento lo estamos poniendo nosotros, no esos creyentes. Esto es algo muy serio... de mucha importancia. Sin embargo, son pocos los pastores que de veras se preocupan por esto, y pienso que es porque ellos mismos fueron enseñados mal. Tal decisión de nuestra parte resulta en una clara privación a esas ovejas de todo el consejo de Dios.

 Ven la congregación de los santos así como una escuela al estilo del mundo, secular, con sus variados niveles, etc. En la iglesia de Cristo, el Maestro por excelencia es el Espíritu de Dios, y él es quien abre la mente y el corazón al entendimiento. Tampoco es que uno decida "montar una escuela teológica" para instruir en temática "dificil" a los creyentes. No, eso no. Pero, ello reflejaría que dichos maestros ignoran que la UNICA FUENTE de la Verdad a ser enseñada es la inspirada Palabra de Dios. El genuino "seminario" es una iglesia local en donde se enseña todo el consejo de Dios en todo tiempo. Las escuelas tienen cierto valor, pero es menor, secundario cuando de la legítima escuela que es la iglesia se trata.

 No negaré que la selección de palabras al hablar con un niño deberá algo más sencilla que cuando se trata de jóvenes y adultos. Eso es evidente. De lo que hablo aquí es, principalmente, la temática de la instrucción, la seriedad de lo que Dios requiere de todos nosotros. Por lo que -aunque sea con palabras más simples o complejas, se debe enseñar la misma verdad a TODOS los creyentes sin estarlos clasificando como "nuevos", "infantes" o maduros. ¡Sabe, que a veces he visto que los que más facilmente clasificaríamos como inmaduros son los que con más sencillez y claridad reciben la palabra de Dios! Eso nada más habla "un mundo" sobre lo que aquí presento, pues la capacidad para recibir y obedecer guarda más cercana relación con la obra de Dios en ese corazón que con sus "capacidades intelectuales y/o espirituales".

 A veces ese o esa que piensa estar tan firme, tan maduro(a) en el Señor está a punto de caer en vida espiritual. De hecho, uno de los grandes y terribles errores que he visto cometer a muchos pastores y misioneros es cuando prestan más atención a los "educados", "profesionales", o adinerados de su iglesia y/o vecindad, dejando a un lado a los que no lo son como si fueran "cosa inferior". Parece que se les olvida que Dios confunde a los sabios y poderosos del mundo con los más sencillos y humildes.

 Estoy convencido de que muchos pastores, siguiendo el modelo que ven en tantas denominaciones, seminarios, etc., etc., quieren hacer algo que parezca "grande", revolucionario, cuando a lo único que somos llamados es a la "alimentación de las ovejas de Cristo con Su santa Palabra". ¡Nada más!

 Le daré un sencillo consejo, mi hermano. Y lo digo no sabiendo cuál sea su estilo de predicar y enseñar. No me refiero al "estilo de oratoria" sino más bien al "material que enseña". Acepto que a veces es necesario traer un tema en particular de la Biblia. Tal vez alguna necesidad espiritual apremiante en la congregación así lo amerite. Mas, creo que la enseñanza principal en la iglesia de Cristo debe ser la sencilla comunicación a las ovejas de la Palabra escrita, ¡TAL COMO ESTÁ ESCRITA!

 Me imagino que muchos pastores del Señor dirían, de primera intención: "Pues, todo lo que enseñamos es la Palabra de Dios." Preguntemos, pues, de otra manera: ¿Ha predicado un libro de la Biblia completo, desde el capítulo 1:1 hasta el verso final? Eso es "predicar todo el consejo de Dios". Aceptamos que no se podrá predicar todo de una vez... claro que no; eso toma tiempo. Mas, ¿cuál era la enseñanza que recibían los primeros cristianos? Primero, la palabra de Cristo directamente de los labios de los apóstoles, según el Espíritu les recordaba todo lo que el Señor había enseñado. Además, tal estilo "expositivo" de predicación nos obliga a los maestros a ser honestos con nosotros mismos ante Dios. ¿Entiendo o no algunas cosas en esa porción de la Palabra que estoy próximo a predicar? Me obliga a estudiar; me obliga a buscar la instrucción de Dios para así llegar a conocer el material ANTES de enseñarlo a la congregación, o al individuo que busca en mí consejería y dirección espiritual.

 Luego, les llegaban a tantas de esas iglesias una epístola, una carta de un apóstol u otro. Al llegar dicha carta, se leía de "cabo a rabo"... de principio a fin. Y así lo hacían muchas veces. Copias se circulaban hacia otras iglesias. Llegaría el momento en que los actuales ancianos harían su comentarios y aplicaciones de rigor a la luz de esa Palabra. Pero, era la Palabra inspirada "completa" la que se leía y enseñaba. En términos generales, estamos muy lejos de tal tipo de enseñanza hoy. Tendemos a escoger lo llamativo, lo popular, lo aceptado. Me atrevo decir que hoy día hay muchos "maestros de la Palabra" que conocen muy poco de la Palabra que profesan enseñar a los oyentes. ¿Cómo, pues, he de esperar ver cristianos maduros en la Palabra si sus maestros necesitan, primero, aprender a los pies de Cristo?

 De eso se ve muy poco hoy. Nos esmeramos en desarrollar temas llamativos, algunos bien "elevados" para los supuestamente capacitados y maduros; otros bien sencillos para los que apenas han nacido de nuevo. Si volviéramos a la práctica de enseñar la Palabra de manera "expositiva", verso por verso, serían mejor alimentadas las ovejas del Señor. ¿Y qué me dice de lo que tal metodología significaría para nosotros? Como ya dije arriba, nos obligaría a enfrentar todo el contenido de cada libro enseñado; es decir, nos obligaría a buscar la dirección del Señor para que así, en vez de andar esquivando porciones "difíciles" o que no sean de nuestro agrado por la doctrina contenida en ellas -¡Dios nos libre de tal actitud!- andáramos en una senda de aprendizaje personal. Eso trae madurez espiritual, y nos capacita para asegurar que somos ministros del Señor, porque estamos comunicando TODA su Palabra, y no solamente aquellas partes que me gustan, que entiendo, que nuestra denominación aprueba, etc., etc.

 Como dije al principio, mi hermano, podría abundar mucho más sobre este tema, pero escojo dejarlo ahí con tal de que Dios le ayude a considerar estas sencillas y breves palabras de consejo. Dios me ha ayudado a enseñar la Biblia de la manera que ya describí. He visto el aprovechamiento espiritual en muchos oyentes. No todos se allanan a tal estilo, ya que así se trae TODO lo escrito, por lo que no sólo uno estará tocando en áreas de doctrina que sean apetecibles para muchos, sino también aquellas que chocan, que ofenden, que acusan de pecado, que redarguyen, etc. Ahí se separa el grano genuino de la paja.

 ¿Qué enseñar, pues, a nuevos creyentes? Considere darle un giro al material temático de su enseñanza, de tal manera que siempre sea hallado trayendo, poco a poco, toda la enseñanza de un libro. Así, el joven cristiano estará recibiendo leche; el más maduro estará recibiendo vianda y carne. Y de la distribución según la necesidad, el Espíritu de Dios se encargará con perfecta sabiduría; no lo dude por un sólo momento.

 Le dejo, pues, con estas palabras. Cuando coloque esta respuesta en nuestras páginas, es probable que amplié algo más su contenido. Como quiera, sepa que siempre mantemos la identidad del remitente reservada.

 Dios me lo bendiga y ayude. Espero oir nuevamente de Ud. Mientras, le invito a visitar nuestros otros sitios, donde tenemos literatura así como música original, que seguramente ustedes podrán usar en su iglesia. Sin nada más por el momento, me despido

Fraternalmente en Cristo, su hno.

David S.

*Algunos días después de haber respondido al remitente de esta tan valiosa pregunta, nos contestó expresando su gratitud por la ayuda recibida. ¡A Dios sea toda la gloria!


Pregunta:     ¿Está permitida la autogratificación sexual?   J. T. C. - México

Respuesta:  Estimado Jh...

 En cuanto a tu preocupación sexual, te diré que agradezco tu confianza al compartir lo que inquieta tu espíritu. Has sido muy sincero, y en el mismo espíritu te respondo de manera, bien sencilla y honestamente.

 Soy hombre... por lo que sé de lo que estás hablando. Tales necesidades las tenemos todos los varones; así las mujeres en su particular sexualidad. Dios nos hizo sexuales, por lo que las sensibilidades sexuales no son, de por sí, malas ni pecaminosas.
A veces veo aun a cristianos que tienden a huirle a la realidad sexual en lo que a instruir a sus hijos se refiere, Y ésto, en medio de este ambiente tan sexual y sensual que nos rodea. Muchos de los problemas y frustraciones sexuales que experimentan los jóvenes se debe a que sus padres sólo vivían disfrutando el sexo entre sí -lo que es debido y normal- pero, de instruir a sus hijos como preparación para la vida futura de ellos, ¡nada!

 Dios nos deja saber mediante Su Palabra que el sexo es puro y bueno; eso sí, en su lugar y tiempo designado. Donde entre el problema es en la manera que se procure satisfacer dicha real y legítima necesidad. Procuraré ser breve en mi respuesta. Creo que dos textos bíblicos en particular pueden servir de instrucción en este tema, a saber:

1. En 1 Corintios 7:1, Pablo escribió: "...bien le está al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido."

2. Luego, el mismo Pablo le escribió al joven Timoteo, en su 2da carta, 2:22: "Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor... etc.".

 Resumiendo el contenido de estos 2 textos, vemos que la "pasión" es algo que naturalmente ocurre en nosotros, entre hombre y mujer (No contemplamos las pasiones deshonestas entre el mismo sexo ya que, ante la ley de Dios, tales relaciones son contra-natura). Se le aconseja al joven siervo de Dios que "huya" de la misma, implicando, no que el sexo sea malo sino, mas bien, que debe evitar la búsqueda de la satisfacción de dicha pasión en esos senderos no legítimos que el 1er pasaje explica tan claramente, a saber: Que para "no caer en la fornicación, cada uno tenga su cónyuge".

 Es decir, no se ofrece la auto-gratificación como un remedio, sino sólo el matrimonio. Unos versos más adelante en 1 Corintios 7, Pablo agrega: "...pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando" (se refiere al infierno) v.9.

 Dios ha provisto que, biológicamente, nuestros cuerpos se desagan de tales tensiones sexuales durante el sueño. Sin embargo, la auto-satisfacción lo que busca es emular la intimidad con una mujer -sin tenerla- lo que equivale, realmente, a sucumbir ante la "pasión juvenil". Y hoy la cosa se pone aún más difícil para nosotros los hombres, ya que hay tanta promiscuidad, tanta "carne femenina" mostrándose mediante la vestimenta indecorosa, sensual, etc., etc. Agréguese todo eso a la natural sexualidad del cuerpo, y la cosa se dificulta. Lo sé. Incluso, puede llegar a ser tan adictivo la búsqueda del placer fuera del matrimonio legítimo como cualquier otra poderosa adicción.

 Mencioné el "atractivo sensual" que desde "afuera" nos atrae, a pesar de que el lugar en dónde ésto se tiene que combatir es el espíritu controlado por el Señor. Sin embargo, no podemos negar la fuerte presión tentadora de lo que nos rodea, incluyendo a veces -y lo digo con gran tristeza- la vestimenta provocativa aun de mujeres cristianas. Sabemos que el movimiento feminista ha logrado que el vestir femenino en público no tenga límites en su provocadora sensualidad, a la vez que la reacción natural de la carne de un hombre hacia tal provocación se considere una ofensa de hostigamiento sexual, procesable ante la ley civil.

 No creo que este estado de cosas mejorará mucho. Pero, no importa, en lo que a nuestra responsabilidad personal ante Dios se refiere. Todo hijo de Dios -varón y hembra- es llamado a vivir en piedad personal, por lo que nuestra ayuda espiritual para lograr vencer sólo podrá venir de Aquel que "tentado en todo, fue sin pecado".

 Una buena noticia es que Dios puede ayudarnos a vencer. También nos perdona cuando confesamos nuestro pecado de manera honesta, humilde. Tal vez deberás atender más tu relación con Dios, y buscar "llenar esos espacios de tiempo" en que sueles dar lugar a la carne con asuntos de disciplina espiritual. En un himno que compuse, y cuya música y letra está en nuestro sitio de música, lo describo así: "Aunque no quiero, sé que pecaré, si miro al pecado, oh Señor..."

 Oro a Dios que te ayude a crecer. También la tentación anda tras de mí, así como todo varón de Dios. Nos toca resistir al diablo, sometidos a Dios mediante la fe... la promesa de Dios es que "el diablo huirá". Pero, si contribuimos y cooperamos con nuestro pecado, sólo seguiremos caídos, postrados ante la tentación.

 Dios te ayude, Jh.... Te invito a que nos sigas visitando.

Atentamente en Cristo,

David S.



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