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UNA CONFESIÓN DE FE
DE SIETE CONGREGACIONES O IGLESIAS
DE CRISTO EN LONDRES COMUNMENTE LLAMADAS
(INJUSTIFICADAMENTE) ANABAPTISTAS

PUBLICADA

Con El Fin De Vindicar La Verdad, Instruir
A Quienes La Desconocen Y Aclarar Aquellas
Calumnias Que Tan A Menudo Les
Son Lanzadas De Manera Injustificada Tanto
En La Prensa Como En Los Púlpitos.

Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman secta, así doy culto al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que están escritas en la ley y en los profetas; teniendo esperanza en Dios, la cual ellos mismos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, tanto de justos como de injustos - Hechos 24:14,15

Porque no podemos menos de decir lo que hemos visto y oído - Hechos 4:20

Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas? - Juan 18:23

Bienaventurados seréis cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos... etc. - Mateo 5:11,12 y 19:29

Segunda Edición Corregida y Ampliada

Publicada Según Ordenada

LONDRES, IMPRESO POR MATTH. SIMMONS,
PARA SER VENDIDA por JOHN HANCOCK
EN POPES-HEAD ALLEY - 1646



- - - - - - - - - - - - Inicio de la página 1 de la Confesión - - - - - - - - - - - -


LA CONFESIÓN DE FE DE LONDRES
Publicada originalmente en el año 1646

Una confesión de fe de siete congregaciones (iglesias) de Cristo en Londres comúnmente llamadas, de manera injustificada, Anabaptistas.  Esta publicación procura vindicar la Verdad, instruir a quienes la desconocen y aclarar aquellas calumnias que tan a menudo les son lanzadas de manera injustificada tanto en la prensa como en los púlpitos.

Impreso en Londres, en el año de nuestro Señor, 1646.

I

 EL Señor nuestro Dios es Dios único, quien subsiste por sí mismo, cuya naturaleza nadie puede comprender sino sólo él, quien solo tiene inmortalidad, morando en luz a la cual nadie se puede acercar.  El es en sí santísimo; infinito en grandeza, sabiduría, poder y amor; es misericordioso y magnánimo, paciente así como abundante en bondad y verdad; él da vida, vigor y preserva a todas sus criaturas.

1 Corintios 8:6; Isaías 43:15, 44:6, 46:9; Exodo 3:14, 34:6,7;
1 Timoteo 6:16; Salmo 147:5; Deuteronomio 32:3; Job 36:5; Jeremías 10:12; Hechos 17:28; Romanos 11:36.

II

 EN este Ser infinito y divino se halla el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, cada uno teniendo plena Esencia divina sin que ésta quede dividida, siendo los tres infinitos y sin principio, por lo que hay un solo Dios quien no ha de dividirse en su naturaleza y Ser sino, mas bien, distinguirse por sus varios atributos particulares.

1 Corintios 1:3, 8:6; Juan 1:1, 15:26; Exodo 3:14

III

 DIOS decretó en sí mismo -antes de que el mundo existiera- todas las cosas, sean las necesarias, accidentales o voluntarias, con todas sus circunstancias para así obrar, disponer y ejecutar todas las cosas según el consejo de su propia voluntad para su propia gloria (mas, sin ser autor responsable del pecado ni participante del mismo).  En ésto manifiesta su sabiduría en la disposición de todas las cosas, su inmutabilidad, poder y fidelidad para efectuar su decreto.  Desde antes de la fundación del mundo, Dios predestinó a unos hombres a vida eterna por medio de Jesucristo para la alabanza y la gloria de su gracia, (predestinado y) dejando a los demás en su pecado para su justa condenación, para la alabanza de su justicia.

Isaías 45:7, 46:10;  Efesios 1:4,5,11;  Romanos 3:4, 11:33; Salmos 33:15, 115:3, 135:6, 144; 1 Samuel 10:9,26;  Proverbios 16:4, 33, 21:6;  Exodo 21:13;  Jereremías 10:10, 14:22;  Mateo 6:28,30;  Colosenses 1:16,17;  Números 23:19,20;  Judas4:6;

IV

 EN el principio Dios hizo todas las cosas muy buenas; creó al hombre según su propia imagen, lleno de toda la perfección de la naturaleza y libre de todo pecado. Mas, el hombre no permaneció mucho tiempo en tal estado honroso.  Satán, usando la sutileza de la serpiente, sedujo primero a Eva y, luego, a través de ella también a Adán, quien, sin ser obligado a ello, desobedeció el mandamiento de Dios, comió del fruto prohibido y cayó, así trayendo la muerte sobre toda su descendencia, los que ahora son concebidos en pecado; son, por naturaleza, hijos de ira, siervos del pecado, sujetos a la muerte y tantas otras adversidades en este mundo a no ser que el Señor Jesucristo los liberte.

Génesis 1:1; 3:1,4,5; Colosenses 1:16; Isaías 45:12; 1 Corintios 15:45,46; Eclesiastés 7:29; 2 Corintios 11:3; 1 Timoteo 1:14; Gálatas 3:22; Romanos 5:12,18,19; 6:22; Efesios2:3.

V

 DIOS, en su infinito poder y sabiduría, dispone todas las cosas para el fin para el cual fueron creadas.  Así, ni el bien ni el mal sobreviene a persona alguna por mera casualidad o aparte de la providencia divina; todo lo que sobreviene a los elegidos es por su designio, para su gloria y el bien de ellos.

Job 38:11; Isaías 46:10,11; Eclesiastés 3:14; Marcos 10:29,30; Exodo 21:13; Proverbios 16:33; Romanos 8:28.

VI

 YA que todos los elegidos son amados de Dios con amor eterno, son, por lo tanto, redimidos, vivificados y salvados no por sí mismos ni por sus obras -de tal manera que ninguno se jacte- sino sola y enteramente por la gracia libre y misericordia de Dios por medio de Jesucristo, quien nos es hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación, redención y el "todo en todo" para que "el que se gloría, gloríese en el Señor".

Jeremías 31:2; 23:6; 9:23,24; Efesios 1:3,7; 2:8,9; Hechos 13:48; 1 Corintios 1:30,31; 2 Corintios 5:21;
1 Tesalonicenses 5:9 VII

VII

 Y esta es la vida eterna, que conozcamos al único y verdadero Dios y a Jesucristo, a quién él envió.  Por el contrario, el Señor habrá de traer venganza en fuego consumidor a aquellos que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de Jesucristo.

Juan 6:36; 17:3; 2 Tesalonicenses 1:8; Hebreos 5:9

VIII

 LA regla del conocimiento, fe y obediencia tocante a la adoración a Dios, en la que está encerrada todo el deber del hombre, es (no las leyes humanas, ni tradiciones no escritas) sólo la Palabra de Dios contenida (a saber, escrita) en las sagradas Escrituras.  En ella se halla claramente escrito todo lo que nos es necesario conocer, creer y practicar, lo cual es la única regla de santidad y obediencia que todos los santos, en todo tiempo y lugar, han de obedecer.

Isaías 8:20; Mateo 15:6,9; Juan 5:39; Hechos 3:22,23; Gálatas 1:8,9; Colosenses 2:23; 2 Timoteo 3:15-17

IX

 EL Señor Jesucristo, de quien Moisés y los profetas escribieron y los apóstoles predicaron, es el Hijo de Dios, el esplendor de su gloria a través de quien hizo el mundo; es él quien sustenta y gobierna todas las cosas que él ha creado.  Una vez llegó el cumplimiento del tiempo, fue engendrado por una mujer de la tribu de Judá y de la simiente de Abraham y David, a saber, la virgen María.   El Espíritu Santo vino sobre ella y la sombra del omnipotente la cubrió.  También fue tentado según nosotros, mas, sin pecado.

Génesis 3:15; 22:18; 49:9,10; Proverbios 8:23; Isaías 53:3-5; Daniel 7:13; 9:24; Mateo 1:16; Lucas 3:23,26; Juan 1:1-3; Romanos 1:3; 9:10; Gálatas 4:4; Hebreos 1:8; 2:16; 4:15; 7:14; Apocalípsis 5:5

X

 JESUCRISTO fue hecho Mediador del nuevo y eterno pacto de gracia entre Dios y los hombres, siendo así plenamente y perfecto Profeta, Sacerdote y Rey de la iglesia de Dios para siempre.

Isaías 9:6,7; Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5; Hebreos 9:15

XI

 JESUCRISTO fue designado por Dios a este oficio desde la eternidad; en lo que a su humanidad respecta, fue llamado desde el vientre, separado y ungido plena y abundantemente con todos aquellos dones necesarios, habiendo Dios Padre derramado sobre él, sin límite, su Espíritu Santo.

Proverbios 8:23; Isaías 11:2-5, 42:6, 49:15, 61:1-2; Lucas 4:17,22; Juan 1:14,26, 3:34

XII

 TOCANTE a su oficio como Mediador, la Escritura enseña que Cristo fue llamado a ese cargo, pues nadie asume de sí mismo tal honor sino que es llamado al él, así como Dios llamó a Aarón. Fue, pues, un acto de Dios ordenar -mediante promesa especial- a su Hijo a este cargo, siendo dicha promesa el que Cristo fuera hecho un sacrificio por el pecado, que viera su simiente, prolongara sus días y que la buena voluntad del Señor prosperara en su mano. Todo ésto fue hecho por la pura y absoluta gracia de Dios hacia sus elegidos, sin condición alguna en ellos que mereciese tal favor.

Isaías 53:10-11; Juan 3:16; Romanos 8:32; Hebreos 5:4-6

XIII

 ESTE oficio de Mediador, a saber, el ser Profeta, Sacerdote y Rey de la iglesia de Dios, es tan particularmente propio a Jesucristo que ni en parte o en totalidad puede ser transferido de él a ningún otro.

Daniel 7:14; Lucas 1:33; Juan 14:6; Hechos 4:12; Hebreos 7:24; 1 Timoteo 2:5

XIV

 ESTE oficio al cual Cristo ha sido llamado consiste, realmente, de tres oficios, a saber: Profeta, Sacerdote y Rey.  Tal número y tal orden es necesario, pues, respecto a nuestra ignorancia, tenemos necesidad de su oficio profético; respecto a nuestra gran separación de Dios, necesitamos su oficio sacerdotal para que obre reconciliación para con Dios; y, respecto a nuestra separación de Dios e inhabilidad total de poder volvernos a él por nuestra propia fuerza, necesitamos su oficio real para que nos convenza, domine, acerque, levante y preserve para su reino celestial.

Deuteronomio 18:15; Salmos 2:6; Cantares 1:3; Juan 6:44, 16:8; Hechos 3:22-23, 26:18; 2 Corintios 5:20; Filipenses 4:13; Colosenses 1:21; 2 Timoteo 4:18; Hebreos 3:1, 4:14-15

XV

 EL oficio profético de Cristo es aquel mediante el cual ha revelado la voluntad de Dios, a saber, todo aquello que sus siervos han de conocer y obedecer.  Por tanto, no sólo es llamado Profeta, Maestro, Apóstol de nuestra profesión y Angel del pacto, sino también la misma sabiduría de Dios en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, quien continuamente revela la verdad del evangelio a su pueblo.

Deuteronomio 18:15; Malaquías 3:1; Mateo 23:10; Juan 1:18, 12:49-50, 17:8; 1 Corintios 1:24; Colosenses 2:3; Hebreos 3:1

XVI

 CON tal de ser cabalmente Profeta, le fue necesario ser tanto Dios como hombre, pues, de no haber sido Dios, jamás habría conocido la voluntad de Dios Padre y, de no haber sido hombre, tampoco habría podido manifestar -en sí mismo- dicha voluntad a los hombres.

Deuteronomio 18:15; Juan 1:18; Hechos 3:22; Hebreos 1:1

Nota

 QUE Cristo sea Dios queda clara y maravillosamente declarado en las Escrituras. Se le llama Dios fuerte (Isaías 9:6); el Verbo era Dios (Juan 1:1); Cristo, quien es Dios sobre todos (Romanos 9:5); Dios manifestado en carne (1 Timoteo 3:16).  Es verdadero Dios (1 Juan 5:20), el Principio (Apocalipsis 1:8), El da vida a todas las cosas, pues, sin él, nada fue hecho (Juan 1:2).  Es quien perdona el pecado (Mateo 9:6); él es desde antes de Abraham (Juan 8:58).  Fue, es y siempre será el mismo (Hebreos 13:8).  Siempre estará con los suyos hasta el fin del mundo (Mateo 28:20), y lo que no podría decirse de Jesucristo si no fuera Dios: "Al hijo dice: tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo" (Hebreos 1:18; Juan 1:18).

 ADEMÁS, Cristo no es sólo y perfectamente Dios, sino hombre perfecto, hecho de mujer (Gálatas 4:4) y simiente de David (Romanos 1:3).  Salió de los lomos de David (Hechos 2:30), de Isaí y Judá (Hechos 13:23).  "Por cuanto los hijos han tenido en común una carne y una sangre, él también participó de lo mismo" (Hebreos 2:14).  No tomó para si la naturaleza de los ángeles sino la simiente de Abraham (v. 16) de tal manera que que somos hueso de su hueso y carne de su carne (Efesios 5:30). "Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos" (Hebreos 2:11).  Vea también Deuteronomio 18:15; Hechos 3:22 y Hebreos 1:1.

XVII

 EN lo que el sacercodio de Cristo respecta, habiéndose santificado a sí mismo, apareció una sola vez para deshacer el pecado ofreciéndose como el sacrificio por el pecado por medio del cual satisfizo y sufrió todo lo requerido por el Padre para así obrar la salvación de sus elegidos.  Además, quitó todos los ritos y las sombras de lo por venir, habiendo entrado ya tras el velo al lugar santísimo, el cual es la misma presencia de Dios.  También hace de su pueblo una casa espiritual, un sacerdocio santo para así ofrecer sacrificios espirituales aceptables, mediante él, al Padre.  Por tanto, el Padre no acepta, ni Cristo ofrece ante el Padre ninguna otra adoración ni otros adoradores.

Juan 4:23-24; 17:19; Romanos 5:19; 8:34; Efesios 2:14; 5:2; Colosenses 1:20; Hebreos 5:7-10,12; 8:1; 9:24; 1 Pedro 2:5

XVIII

 ESTE sacerdocio ni fue de tipo legal ni temporero, sino según el orden de Melchisedec, por lo que es estable y perfecto, no por un tiempo sino por la eternidad y, así, acorde a Cristo, quien vive para siempre.  Cristo fue tanto Sacerdote, sacrificio y altar; fue Sacerdote a la par con sus dos naturalezas: fue sacrificio en lo que respecta su naturaleza humana, por lo que la Escritura habla de su cuerpo, su sangre.  Sin embargo, la eficacia de su sacrificio dependió de su naturaleza divina por lo que se habla de sangre divina.  Debido a su propia naturaleza, él fue el altar mismo ya que el altar santificaba lo que sobre sí se sacrificaba por lo que tenía mayor dignidad que el sacrificio ofrecido.  

Mateo 23:17; Juan 17:19; Hechos 20:28; Colosenses 1:20; Hebreos 5:6; 7:16; 9:13-14; 10:10; 13:10,12,15;
1 Pedro 1:18-19

XIX

 EN lo que a su oficio real respecta, habiendo ascendido de entre los muertos al cielo, y poseyendo todo poder en el cielo y en la tierra, Cristo reina espiritualmente sobre su iglesia y ejerce su poder sobre todo, ya sean ángeles como humanos, buenos y malos a fin de preservar y salvar a sus elegidos así como dominar y destruir a sus enemigos.  Mediante este oficio real, él aplica a sus escogidos los beneficios, virtud y frutos de su profecía y sacerdocio, dominando los pecados de éstos y fortaleciéndoles en sus conflictos contra Satán, el mundo y la carne al guardar sus corazones en la fe y el temor filial mediante su Espíritu.  A través de este soberano poder, él gobierna sobre los vasos de ira, usando, limitando y restringiéndolos según el beneplácito de su infinita sabiduría.

Job 2:8; Mateo 28:18,19; Marcos 1:27; Lucas 24:51; Juan 5:26,27; 16:15; 19:36; Hechos 1:1; 5:30,31; Romanos 1:21; 5:6-8; 9:17,18; 14:9,17; 1 Corintios 15:4; Gálatas 5:22,23; Efesios 4:17,18; Hebreos 1;14; 1 Pedro 3:21,22; 2 Pedro 2

XX

 ESTE poder real de Cristo será manifestado de manera más completa cuando venga en gloria a reinar entre sus santos, ocasión en que todo poder y autoridad vendrá a ser estrado de sus pies de tal manera que la gloria del Padre sea perfectamente manifestada en su Hijo así como la gloria del Padre y del Hijo en todos sus miembros.

Juan 17:21,26; 1 Corintios 15:24,28; 1 Tesalonicenses 4:15; 16:17; 2 Tesalonicenses 1:9,10; Hebreos 9:28

XXI

 MEDIANTE su muerte, Cristo compró salvación para los elegidos que Dios Padre le entregó; sólo éstos tienen interés en él y mantienen comunión con él, toda vez que él intercede ante el Padre por ellos.  Sólo a ellos Dios aplica esta redención mediante su Espíritu así como sólo a ellos -y a ningún otro- es otorgada la dádiva de vida eterna.

Mateo 1:21; Juan 3:16; 15:13; 17:6; Romanos 8:29,30; 1 Corintios 2:12; Efesios 1:14; Hebreos 5:9; 7:25; 1 Juan 5:12

XXII

 LA fe es un don de Dios, obrada en los corazones de los elegidos por el Espíritu de Dios.  Mediante esta fe es que llegan a conocer y a creer la verdad de las Escrituras y su excelencia sobre todo otro escrito y objeto en el mundo, ya que exaltan la gloria y los atributos de Dios, la excelencia de la naturaleza y los oficios de Cristo así como el poder y la plenitud del Espíritu en todas sus obras y funciones; asidos de tal fe pueden confiar sus almas a las verdades así creídas.

Juan 6:29,63; 17:17; Gálatas 5:22; Efesios 2:8; Filipenses 1:29; Hebreos 4:11,12

XXIII

 AQUELLOS en quienes el Espíritu de Dios obra tan preciosa fe jamás se apartarán de manera total, final.  Dado que, de su parte, los dones de Dios son sin arrepentimiento, él continúa engendrando y nutriéndoles en la fe, amor, arrepentimiento, gozo, esperanza y todos los frutos de gracia del Espíritu con miras a la inmortalidad.  Y aunque tormentas y aguas azoten contra ellos, éstas jamás podrán sacarles de aquella roca y fundamento sobre la cual están anclados.  Además, aunque falten en su fe y Satán los tiente tal que la luz y el amor del Señor sean opacados, Dios sigue siempre el mismo, guardándolos por su poder para alcanzar la salvación, gozando ellos, así, su posesión adquirida ya que están grabados en la mano de Dios, sus nombres estando escritos en el libro de la vida desde la eternidad.

Isaías 49:13-16; Mateo 7:24,25; Juan 13:10; 10:28,29;
1 Pedro 1:4-6

XXIV

 LA fe es procreada sencillamente mediante la predicación del evangelio, o palabra de Cristo, aparte de cualquier poder o capacidad en la criatura.  Siendo la criatura totalmente pasiva, además de muerta en sus delitos y pecados, cree y así es convertida nada menos que por el mismo poder que levantó a Cristo de los muertos.

Ezequiel 16:16; Romanos 1:16; 3:12; 9:19; 10:17; 1 Corintios 1:28; Efesios 1:19; Colosenses 2:12

XXV

 LA predicación del evangelio con miras a la conversión de los 
pecadores es completamente gratis, y en nada requiere como obra absolutamente necesaria algún tipo de cualificación, preparación previa, los terrores de la ley ni un ministerio preparatorio de la ley sino sólo un alma desnuda, pecadora e impía que reciba al Cristo crucificado, muerto, sepultado y resucitado.  Cristo es hecho, así, Príncipe y Salvador a tales pecadores que mediante el evangelio son traídos a creer en él.

Isaías 55:1; Juan 1:12; 3:14,15; 7:37; Hechos 2:36; 5:30,31; Romanos 4:5; 5:8; 1 Corintios 1:22,24; 1 Timoteo 1:15

XXVI

 EL mismo poder que obra la conversión a Cristo mediante la fe, conduce al alma a través de sus deberes, tentaciones, conflictos y sufrimientos, pues, todo lo que un creyente es, lo es por medio de la gracia, la misma que le asiste tanto en su obediencia como en sus tentaciones.

Juan 15:5; 1 Corintios 15:10; 2 Corintios 12:9; Gálatas 2:19,20; Filipenses 2:12,13; 1 Pedro 1:5

XXVII

 TODO creyente es unido a Dios mediante la obra de Cristo y,
así, son hechos uno con Dios así como Dios uno con ellos.  Todo creyente es hijo de Dios y heredero juntamente con Cristo, a quien pertenecen todas las promesas, no sólo en esta vida sino en la venidera.

Juan 17:21; 20:17; Gálatas 2:19,20; Hebreos 2:11; 1 Tesalonicenses 1:1; 1 Juan 4:16

XXVIII

 AQUELLOS que han sido unidos a Cristo son justificados de todos sus pecados mediante la sangre de Cristo. Tal justificación es una plena absolución, por gracia, de todo el pecado del culpable pecador, obrada por Dios mediante la satisfacción que Cristo obró a favor del pecador en su muerte.  La misma es aplicada de manera palpable mediante la fe.

Hechos 13:38,39; Romanos 3:23,25,30; 5:1; 2 Corintios 5:19; Hebreos 9:26; 10:14; 1 Juan 1:7

XXIX

 EL conjunto total de todo los creyentes es un pueblo santo, santificado, siendo dicha santificación una gracia espiritual del nuevo pacto -producto del amor de Dios manifestado en el corazón- mediante la cual se ocupa el creyente en una obediencia evangélica, celestial a todo mandamiento que su Cabeza y Rey, Cristo, le ha prescrito en su nuevo pacto.

Mateo 28:20; 1 Corintios 12; Efesios 1:4; 1 Pedro 2:9;
1 Juan 4:16

XXX

 TODO creyente, mediante el conocimiento de esa justificación de vida dada por el Padre y obrada mediante la sangre de Cristo, posee, como su gran privilegio del nuevo pacto, paz para con Dios, reconciliación a través de la cual los que estaban lejos han sido hechos cercanos mediante esa sangre y aquella paz que sobrepuja todo entendimiento. Además, se goza en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, de quien hemos recibido la reconciliación.

Romanos 5:9-11; 2 Corintios 5:19; Efesios 2:13,14; 4:7;
Isaías 54.10

XXXI

TODO creyente está, durante su vida, en una constante guerra y lucha contra el pecado, su yo, el mundo así como el diablo, estando sujeto a todo tipo de aflicción, tribulación y persecución a los cuales ha sido predestinado y señalado. Todo cuanto poseen espiritualmente y gozan los santos en Dios es sólo por la fe, contrastado con aquellas cosas externas, temporales disfrutadas legalmente por quienes no poseen dicha fe.

Deuteronomio 2:5; Romanos 7:23,24*; 8:29; 2 Corintios 5:7; Gálatas 2:19,20; Efesios 6:10,11; 1 Tesalonicenses 3:3; 2 Timoteo 3:12; Hebreos 2:9,10 *[Podría referirse este texto al momento en que ocurre la conversión.]

XXXII

 LA única fortaleza mediante la cual los santos son capacitados para lidiar con toda oposición y prueba es el mismo Jesucristo, quien como Capitán de su salvación, fue perfeccionado por medio de sus sufrimientos. Él ha comprometido su fidelidad y fortaleza para asistirles en sus aflicciones, sostenerles en sus tentaciones y preservarles mediante su poder hasta que alcancen su reino eterno.

Juan 15:5; 16:33; Filipenses 4:11; 2 Timoteo 4:18; Hebreos 2:9,10

XXXIII

 EL Señor Jesucristo tiene, aquí en la tierra, un reino espiritual, a saber: su iglesia, la cual ha comprado y redimido para sí mismo como una herencia especial. Esa iglesia consiste de una compañía de santos visibles, llamados y separados del mundo mediante la Palabra y el Espíritu de Dios de tal modo que profesen, visiblemente, la fe del evangelio, siendo bautizados en dicha fe, unidos así al Señor y el uno al otro mediante el mutuo acuerdo de disfrutar, juntos, las ordenanzas requeridas por Cristo, su Señor y Rey.

Mateo 11:11; 18:19,20; Hechos 2:37,42; 9:26; 10:37; 19:8,9; 26:18; Romanos 1:7; 10:10; 1 Corintios 1:2; 2 Corintios 6:17; Efesios 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1; 1 Pedro 2:5; Apocalipsis 18:4

XXXIV

 A esta iglesia él ha hecho sus promesas y dado señales de su pacto, presencia, aceptación, amor, bendición y protección. De aquí fluyen las fuentes y manantiales de sus gracias celestiales a fin de brindarles refrigerio y fortaleza.

Salmo 133:3; Ezequiel 47:2; Mateo 28:18; Romanos 3:7,10; 9:4,5; 1 Corintios 11:24; 2 Corintios 6:18

XXXV

 TODOS sus siervos, llamados de sus particulares estados en la vida a ser siervos de su familia, han de reconocerle como Profeta, Sacerdote y Rey; también han de someter sus cuerpos, almas y dones Dios dados bajo la dirección de su gobierno celestial. Han de conducir sus vidas en ese redil amurallado, y huerto de buen riego, de tal manera que haya comunión entre los santos de Dios, siendo confirmado, así, que son partícipes de la herencia del reino de Dios.

 HAN de suplir, así, las necesidades el uno al otro, ya sean internas o externas (aunque cada uno, siendo responsable por lo suyo propio, ha de suplir las necesidades de los demás según sea requerido a fin de que el nombre de Cristo no sea blasfemado por causa de la necesidad que alguno pudiera padecer). Al juntarse en uno, han de asumir el lugar y función dados a ellos por el mismo Señor, estando así unidos de tal manera que cada parte funcione como es debido a fin de que sean edificados en amor.

Cantares 4:12; Isaías 4:3; Ezequiel 20:37,40; Lucas 14:26; Hechos 2:41,44,45,47; 4:34,35; 5:4; 20:32; Romanos 12:4-6;
1 Corintios 12:6,7; Efesios 2:19; 4:16; Colosenses 1:12; 2:5,6,19; 1 Timoteo 6:1

XXXVI

 ESTANDO así unidos los santos, cada iglesia local posee autoridad -dada a ellos por Cristo- para su propio bienestar, para escoger de entre sí quienes servirán como ancianos y diáconos, siendo éstos cualificados, según la Palabra, como aquellos que Cristo ha designado en su pacto para alimentar, gobernar, servir y edificar a su iglesia. Nadie tiene el poder como para imponer sobre cada iglesia ninguno de estos dones, ni cualquier otro.

Hechos 1:23,26; 6:3; 15;22,25; Romanos 12:7,8;
1 Corintios 12:8,28; 1 Timoteo 3:2,6,7: Hebreos 13:7,17;
1 Pedro 5:1-3; 4:5

XXXVII

 LOS ministros llamados debidamente, según descrito arriba, han de continuar en su llamado y lugar según la ordenanza de Dios, alimentando con gran cuidado a las ovejas que Dios les ha entregado, no por ganancia deshonesta sino con corazón puro.

Juan 10:3,4: Hechos 20:28,29; Romanos 12:7,8; Hebreos 5:4; 13:7,17; 1 Pedro 5:1-3

XXXVIII

 LOS ministros de Dios han de recibir de la iglesia todo lo que necesiten a fin de que, según la ordenanza de Cristo, los que predican el evangelio puedan, así, vivir del evangelio de acuerdo a la ley de Cristo.

Salmo 110:3; 1 Corintios 9:7,14; 2 Corintios 10:4; Gálatas 6:8; Filipenses 4:15,16; 1 Timoteo 1:2

XXXIX

 EL bautismo es una ordenanza del Nuevo Testamento, dada por Cristo, y ha de ser efectuada en aquellos que profesen fe y que han sido, así, hechos discípulos. Habiendo profesado fe en Cristo, han de ser bautizados y, luego, participar de la Cena del Señor.

Mateo 28:18,19; Marcos 16:15,16; Juan 4:1; Hechos 2:37,38; 8:36,37 y otros igual.

XL

 LA manera o modo para efectuar esta ordenanza es la inmersión del cuerpo bajo el agua. Siendo el bautismo una señal, ha de reflejar la verdad significada, a saber: aquella participación que tiene todo santo en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Así, tal como el cuerpo es sepultado debajo del agua, también será levantado el cuerpo de los santos, por el poder de Cristo, el día de la resurrección, ocasión en que pasará a reinar con él.

Mateo 3:16; Marcos 1:1,9 (el Jordán); Juan 3:23; Hechos 8:38; Romanos 6:3-6; 1 Corintios 15:28,29; Hebreos 10:22; Apocalipsis 1:5. [La palabra baptizo significa: inmersión dentro del agua, requiriéndose, pues, el uso de ropa modesta en ambas partes.]

XLI

 DE acuerdo a las Escrituras, sólo se requiere de la persona que administra el bautismo que sea un discípulo. Jamás se vincula tal función a un oficio particular en la iglesia ni a alguien extraordinariamente comisionado a tal labor, habiéndose sólo contemplado la condición de discípulo, un hombre enviado a predicar el evangelio.

Isaías 8:16; Mateo 18:7; 28:19; Juan 4:2; Hechos 11:10; 20:7; Romanos 16:2; 1 Corintios 10:16,17; 11:2

XLII

 CRISTO también ha dado a su iglesia la autoridad para recibir y para separar de su seno a cualquier persona que así lo amerite. Tal autoridad es dada a toda congregación y no a personas en particular, ya sea miembro u oficial; guarda relación con el cuerpo entero, teniendo en vista su fe y comunión como iglesia.

Mateo 18:17; Romanos 16:2; 1 Corintios 2:3; 5:4,11,14; 12:5;
2 Corintios 2:6,7

XLIII

 CADA miembro individual en toda iglesia local, no importa cuán excelente, noble o educado, ha de estar sujeto a esta censura y juicio. Además, la iglesia no procederá contra sus miembros si no es con gran cuidado, ternura y advertencia adecuada, según la regla de fe.

Mateo 17:18; 18:16; Hechos 11:2,3; 15:1-3; Colosenses 4:17;
1 Timoteo 5:19

XLIV

 A fin de preservar a su iglesia en santidad y en comunión ordenada, Cristo coloca ciertos hombres especiales sobre ella,  quienes, de acuerdo a su oficio, han de gobernar, supervisar, visitar y auscultarla de tal manera que ejerzan buena y constante protección sobre ella. Además, ha dado la autoridad, así como la obligación, a todo miembro a fin de que tengan cuidado el uno sobre el otro.

Mateo 24:45; Hechos 20:27,28; 1 Tesalonicenses 5:2,14; Hebreos 10:24,25,34,35; 12:15; 13:17,24; Judas 3,20

XLV

 AQUELLOS a quienes Dios ha dado dones dentro de la iglesia han de profetizar (instruir) según la medida de la fe, así como enseñar públicamente la Palabra de Dios para su edificación, exhortación y consuelo.

Romanos 12:6; 1 Corintios 12:7; 14:3; 1 Tesalonicenses 5:19;
1 Pedro 4:10,11

XLVI

 A, reunidos según acordado y, andando en obediencia al evangelio de Cristo, ninguno ha de ser separado por causa de faltas o corrupciones (mientras la iglesia consista de seres sujetados a sus debilidades y fracasos, habrá tales diferencias en la verdadera iglesia constituída) hasta tanto hayan logrado subsanar dicha conducta con ternura y de manera ordenada.

Hechos 15:1,2,12; Romanos 14:1, 15:1-3; 1 Corintios 1:10; Hebreos 10:25; Judas 19; Apocalípsis 2:3, 20, 21, 27

XLVII

 Y, aunque cada congregación particular sea un ente distinto y siendo, a la vez, muchos cuerpos, cada una, como ciudad compacta y bien formada en sí misma, ha de andar según la misma regla de la Verdad. De igual manera, y de ser necesario (y según el medio más conveniente), cada una ha de recibir ayuda y consejo la una de la otra como miembros del mismo cuerpo y por su común fe en Cristo, su Cabeza.

Salmos 122:3; Cantares 8:8,9; Hechos 15:2,3; 1 Corintios 4:14, 17, 14:33, 36, 16:1; 2 Corintios 8:1,4, 13:14; Efesios 2:12, 19; 1 Timoteo 3:15, 6:13,14; Apocalípsis 21

XLVIII

 LA magistratura CIVIL es una ordenanza de Dios establecida para castigo a los malhechores y alabanza a quienes hacen el bien. En el Señor, le hemos de estar sujetados en toda ordenanza legal, legítima, no sólo por causa de ira sino por la consciencia. Hemos también de hacer súplica y oración a favor de los reyes y aquellos que ejercen autoridad para que, bajo ellos, podamos vivir en paz, santidad y honestidad.

Romanos 13:1,2, etc.; 1 Timoteo 2:1-3; 1 Pedro 2:13, 14

Nota

 RECONOCEMOS que la suprema Magistratura* de este reino es el Rey y el Parlamento (actualmente establecidos), libremente escogidos por el reino, y que hemos de observar y defender todo Administrador Oficial así como las leyes civiles por ellos establecidas, las cuales son para el bien de la república. Reconocemos, con gratitud, que Dios ha honrado a este Rey y Parlamento por haber derrocado la jerarquía prelaticia, la que, con su tiranía y opresión sobre nosotros, hizo gemir a este reino durante mucho tiempo. Por ello siempre bendecimos a Dios y los honramos a ellos por su acción.

 ADEMÁS, con referencia a la adoración a Dios, hay un solo Dador de ley quien puede salvar y perder (Santiago 4:12), el cual es Jesucristo. Él ha dado, en Su Palabra, leyes y reglamentos suficientes para nuestra adoración a él, por lo que agregar a ellos sería acusar a Cristo de falta de sabiduría e infidelidad, o ambas cosas, por no haber establecido leyes suficientes y adecuadas para Su casa.

 EL observar
las leyes de Cristo solamente es, ciertamente, sabio, además de nuestro deber y privilegio  (Salmos 2:6, 9, 10, 12). Además, es el deber del Magistrado proveer para la libertad de la consciencia del ser humano (Eclesiastés 8:8), (que es tan tierno a la consciencia de todo humano y muy preciado por ellos, sin la cual ninguna otra libertad se podría nombrar o mucho menos disfrutar) y proteger a todos de males, daños, opresión y molestias por lo que en nada hemos de ser hallados faltos en aquello que los honre, conforte y sea para el bienestar de la nación en que vivimos.

 ES nuestro
deber, y entendemos que un deber explícito, particularmente en cuanto atañe asuntos religiosos, el estar plenamente persuadidos en nuestras mentes de la legalidad y  legitimidad de lo que hacemos sabiendo que, lo que no es de fe es pecado.  Y tal como no podemos conducirnos de manera contraria a nuestra consciencia y entendimiento, así tampoco podemos dejar de hacer aquello a lo cual nuestro entendimiento y consciencia nos obliga.

 Y, de requerir el Magistrado que hagamos lo contrario, hemos de ceder nuestras personas pasivamente a su poder, tal como han hecho los santos de antaño (Santiago 5:4). Y tres veces gozoso será aquel que perdiere su vida (así sea en lo más pequeño) por testificar la Verdad del Señor Jesucristo. (Gálatas 5; 1 Pedro 5).

* (Aplíquese a la autoridad gubernamental de cualquier tierra o nación.)

XLIX

 SI, por el contrario, no hallamos que el Magistrado (o autoridad gubernamental) nos favorezca así, no nos atreveremos detener nuestra práctica, pues, creemos que hemos de perseverar en la obediencia a Cristo, profesando la fe que una vez fue dada a los santos, la cual fe se declara en la santas Escrituras, siendo ella parte de nuestra confesión en la que testificamos la Verdad del Viejo y el Nuevo Testamento, aun hasta la muerte de ser ésta necesaria, en medio de toda prueba y aflicción tal como hicieron Sus santos del ayer.

 COMO ellos, no consideramos nuestros bienes, tierras, esposas, hijos, padres, madres, hermanos, hermanos, ni tampoco nuestras propias vidas como cosa de estima para así poder terminar nuestra carrera con gozo, recordando que hemos siempre de obedecer a Dios antes que a los hombres, pues, es él quien, cuando hayamos terminado nuestra carrera y guardado la fe, nos dará la corona de justicia; es a él a quien daremos cuenta de nuestras obras, de lo cual ningún hombre nos podrá librar.

Salmos 49:7, 50:22; Daniel 3:16,17, 6:7,10, 22, 23; Hechos 2:40, 41, 4:19, 5:28, 29, 20:23; Romanos 12:1, 8, 14:10;
1 Corintios 14:37; 2 Corintios 5:10; Filipenses 1:28, 29;
1 Tesalonicenses 3:3;  1 Timoteo 6:13,14; 2 Timoteo 4:6-8;
Apocalípsis 2:20

L

 ESlegítimo que un cristiano ocupe el cargo de Oficial civil o Magistrado, así como es legítimo que tome juramento, siempre y cuando sea conforme a verdad, justicia y juicio, para confirmar la verdad y poner fin a la angustia. Mas, la ira y los juramentos vanos provocan al Señor y traen lamentos a esta tierra.

Deuteronomio 6:13; Jeremías 4:2; Hechos 8:38, 10:1, 2, 35;
Romanos 1:9, 16:23; 2 Corintios 10:11; Hebreos 6:16

LI

 HEMOS de darle a todo hombre según le corresponde, ya sea según su posición, edad o estado. A nadie hemos de defraudar en cosa alguna sino hacer para con ellos según queremos que hagan para con nosotros.

Mateo 33:21; Romanos 13:5-7; Efesios 5:21, 23; Tito 3:1-3;
1 Tesalonicenses 4:6; 1 Pedro 2:15, 17, 5:5

LII

 HABRÁ una resurrección de los muertos, tanto de los justos como de los injustos; todos darán a Dios cuenta de sí de tal manera que cada uno reciba según hizo en su cuerpo, ya sea bueno o malo.

Mateo 25; Hechos 24:15; Romanos 14:12; 1 Corintios 5:10

En Conclusión

 DE esta manera deseamos dar a Cristo lo que le pertenece y a las autoridades legítimas lo que les corresponde, procurando así no deberle nada a nadie sino sólo amor. Deseamos vivir en quietud y paz, tal como conviene a santos, procurando en todo mantener una limpia consciencia y tratar a todo hombre (sin distinción de quién sea) según deseamos que hagan con nosotros a fin de que nuestra conducta demuestre que somos personas de consciencia (i.e., razonables), tranquilas e inofensivas (en ninguna manera peligrosas o molestosas a la sociedad humana).

 DESEAMOS obrar y trabajar con nuestras propias manos para que no le debamos a nadie y, así, poderle dar a quien padece necesidad, ya sean amigos como enemigos, teniendo presente que es mejor dar que recibir.

 ADEMÁS
, confesamos que "conocemos sólo en parte" y que ignoramos mucho de lo que deseamos y procuramos conocer por lo que, si alguien nos mostrare amistosamente de la Palabra de Dios aquello que aún no vemos, tendremos causa para darle gracias a Dios y a ellos. Mas, si alguien procurare imponernos cosa alguna que entendemos no nos ha sido ordenado por nuestro Señor Jesucristo, procuraremos recibir, amparados en Su fortaleza, aquellos reproches y torturas de los hombres, perder nuestras comodidades materiales y, si fuere posible, morir mil muertes antes de hacer algo contrario a la tilde más pequeña de la Verdad de Dios o contra la luz dada en nuestras consciencias.

 Y, si alguno llamare herejía a ésto que hemos declarado, junto al apóstol confesaremos que, según el camino que llaman herejía, nosotros adoramos al Dios de nuestros padres, rechazando toda herejía (correctamente descrita) por ser éstas contrarias a Cristo. manteniéndonos firmes y sin mover, siempre abundando en la obediencia a Cristo, sabiendo que nuestra labor en el Señor no no será en vano.

Salmo 74:22, 21

"Levántate, oh Dios, defiende tu causa; acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día. No vuelva avergonzado el abatido; que el afligido y el menesteroso puedan alabar tu nombre".

Ven, Señor Jesús, ven pronto.


~ ~ ~ Fin ~ ~ ~




 Nota de la Redacción de VGC - El documento que Ud. acaba de leer es una traducción fiel y completa del original en inglés. Las secciones  "Nota" y "En Conclusión", cerca del final del mismo, son parte del original. Es decir, no es texto agregado por nosotros como "comentario" sino, más bien, "Notas" y "Conclusión" de los forjadores de esta Confesión de Fe del 1646, un grupo de siete iglesias bautistas en Londres, Inglaterra.

Es nuestro deber informarle que, justo antes de iniciar las labores de traducción de este documento al español, descubrimos que un hermano en Cristo, conocido nuestro en Méjico, ya había elaborado una traducción del mismo, aunque no de manera completa.  Habiendo obtenido su consentimiento para traspasar ese documento a VGC, comenzamos a editar, corregir y completar lo que él había iniciado. Sin embargo, algunas irregularidades notables entre el texto original y dicha traducción nos motivaron -y muy pronto- a tomar la decisión de elaborar nuestra propia traducción cuya meta es proveerle la más fiel posible edición de este excelente documento cristiano del siglo 17. Se añadió, así, esta Confesión 1646 a la 1689 que también tradujimos al final de los años '70.

Por tanto, los pocos incisos que ya habíamos colocado fueron removidos de inmediato y echados al olvido.  Es que había ciertas secciones muy alteradas y/o eliminadas, como la sección que trata de la resurrección de los muertos en la venida de Cristo. Luego descubrimos el porqué de tales cambios, por lo que le dimos gracias a Dios por la rápida eliminación de una traducción / interpretación que no reflejaba fielmente el original.  Luego supimos que ese hno. había partido hacia la eternidad.

Por tanto, nos dimos a la tarea de traducir este excelente documento humano, producto de las convicciónes de cristianos de aquel tiempo. Nos tomó mucho más tiempo del deseado, mas, no por causa del documento en sí sino por el mucho trabajo que aquí atendemos en la obra del Señor. Pero, ¡ya está completado! ¡A Dios las gracias y la gloria! Afirmamos que la siguiente traducción es 100% original nuestra así como que el texto original, completo, ha sido traducido y adaptado a nuestra lengua.

Estaremos revisando el documento de vez en cuando con tal de corregir errores ortográficos que se nos hayan escapado. Si usted nota algún error así, sienta plena confianza en notificárnoslo mediante email. Se lo agradeceré mucho... ¡de veras!

Le advertimos que hemos procurado ser totalmente fieles a la presentación original de este documento -incluyendo las páginas titulares- con las siguientes excepciones, a saber:  Hemos introducido varios detalles de ortografía tales como "puntos finales" donde el original consiste de larguísimas oraciones interrumpidas con muchos "punto y coma" [ ; ] con el fin de facilitar la lectura del texto.  Además, hemos usado los nombres completos de los libros de la Biblia en vez de sus abreviaciones, así como combinado referencias bíblicas -dentro de cada inciso en particular- cuando hay más de una del mismo libro de la Biblia.

Y, como es de esperarse, una "traducción fiel del original" jamás significa que cada palabra es traducida al nuevo idioma sin relación textual, gramatical o sintáctica, sino que cada frase es adaptada de tal manera que comunique al lector el mismo sentido que comunica el original en su idioma, en este caso, el inglés, guardando la más cercana relación a las palabras originales. Hoy día vemos muchas traducciones que dependen en gran medida de "programas computadorizadas" que, a fin de cuentas, no tienen cerebro humano para tratar de cerca la realidad sintáctica, contextual entre las ideas comunicadas en los idiomas en cuestión.

Por eso sólo nos valemos de la experiencia de más de 40 años que Dios nos ha concedido por su gracia, armados sólo del libro original, varias excelentes herramientas, entre ellas el Diccionario completo y más reciente de la Real Academia Española y, por supuesto, la Palabra de Dios aquí a nuestro lado.

 Quiero reiterar la anterior petición presentada a ustedes mientras traducíamos el apéndice de esta Confesión [ ya en línea ], a saber:  háganos llegar cualquier error ortográfico que usted logre captar para así proceder a corregirlo.  De esa manera, usted nos brindará una gran ayuda, y nosotros le estaremos muy agradecidos. ¡Muchísimas gracias!

Hno. David Surpless - Director VGC
Completada esta obra el 31 de marzo de 2005


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